El pasado 29 de abril, las Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina presentaron a José Luis Maulín Pratto, el nieto recuperado número 120, quien no estaba registrada "entre las denuncias de niños desaparecidos" ni tampoco "en los nuevos casos que, gracias a las investigaciones de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), se van incorporando".
José Luis busca a sus verdaderos padres por sus propios medios desde 2009. Hoy en día, continúa con su lucha ante los tribunales de la provincia de Santa Fe, en donde vive, para que le reconozcan su verdadero apellido y deje de portar el de sus apropiadores —Segretín— y asegura que el apoyo de las Abuelas de Plaza de Mayo "me da la energía que necesito".
Historia de un secuestro
En octubre de 1976, siete meses después del último golpe de Estado en Argentina, policías, miembros de la III Brigada Área y personal militar entraron en la vivienda de Rubén Maulín y Luisa Pratto en Reconquista (Santa Fe).
Durante varios años, Luisa padeció las 'visitas' de los integrantes de las Fuerzas Armadas, que la torturaban y violaban
La pareja tenía dos hijos pequeños y Luisa estaba embarazada de cuatro meses cuando los uniformados secuestraron a Rubén, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), y violaron y torturaron a Luisa durante los meses siguientes.
El 27 de marzo de 1977, esa mujer dió a luz en una clínica privada pero, en vez de ser inscripta con su nombre, los militares la anotaron como Cecilia Góngora de Segretín. Cuando nació su bebé, se lo arrebataron y entregaron al matrimonio Segretín, que lo llamó José Luis en un acta de nacimiento firmada por la doctora Elsa Nasatsky, de la ciudad de Martino.
Durante varios años, Luisa padeció las 'visitas' de los integrantes de las Fuerzas Armadas, que la torturaban y violaban. Su marido, que pudo ser legalizado como preso político, recuperó su libertad en 1982 y ambos acudieron a la Justicia para reclamar la patria potestad de su hijo secuestrado, pero les denegaron la investigación. A pesar de la falta de apoyo institucional, la familia continuó con la búsqueda, a pesar de los obstáculos y las amenazas de la familia Segretín.
En 2008, Luisa y su hermana Griselda lograron declarar ante las autoridades y relataron el sufrimiento que les había causado el terrorismo de Estado. "Después de años de impunidad, fue la primera vez que la justicia santafesina aceptó investigar su caso", señalaron las Abuelas en un comunicado.
Después de que el caso apareciera en los medios de comunicación, José Luis, que sabía que había sido adoptado, descubrió la historia de la familia Maulín Pratto y decidió ponerse en contacto con ellos, pues sospechaba que podía ser uno de los secuestrados. En 2009, una prueba del Banco Nacional de Datos Genéticos confirmó que este hombre era el hijo que la familia Maulín Pratto buscaba desde hacía 32 años.
La Justicia niega la prueba de ADN
A pesar de tener una prueba científica, a José Luis Maulín Pratto todavía no le permiten modificar su nombre en el Documento Nacional de Identidad, con lo cual, para el Estado argentino, mantiene el apellido Segretín, el de sus apropiadores.
La organización estima que alrededor de 500 niños fueron a parar a otras familias durante la dictadura y los años posteriores
La semana pasada comenzó en Santa Fe el juicio por la apropiación de José Luis, quien relató "la congoja y la pesada desdicha" de tener un 'apellido falso', circunstancia que afecta tanto a él como a sus hijos, con lo cual confía en recibir una sentencia favorable que le permita lograr un cambio de nombre.
Cuatro décadas de lucha
Abuelas de Plaza de Mayo nació a finales de 1977 como una sección de las Madres de Plaza de Mayo. Durante la dictadura cívico-militar, estas mujeres impulsaron la tarea de buscar a sus hijos y nietos desaparecidos y apropiados. La organización estima que alrededor de 500 niños fueron a parar a otras familias durante la dictadura y los años posteriores.
En el grupo de las Madres de la Plaza de Mayo se organizó un subgrupo, el de las Abuelas, madres por partida doble, quienes realizan una tarea esencial
"En el grupo de las Madres de la Plaza de Mayo se organizó un subgrupo, el de las Abuelas, madres por partida doble, quienes realizan una tarea esencial", explicaba en 1980 el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, cuando el tema todavía se desconocía: "Se dedican, junto con sus padres, a buscar a los niños que fueron secuestrados y a las jóvenes que, secuestradas estando embarazadas, dieron a luz en prisión. Estas madres, por el testimonio que llevan, representan mucho para Argentina y para el mundo entero".
Gracias a su incansable lucha, Abuelas de Plaza de Mayo ha logrado devolver su verdadera identidad a 120 nietos y ha promovido los juicios que demostraron que ese robo de bebés fue parte de un plan sistemático de terrorismo de Estado que se aplicó en Argentina.
Este colectivo ha sido nominado en varias ocasiones al premio Nobel de la Paz y en 2011 recibió el premio Félix Houphouët-Boigny, que otorga la Unesco, por su trabajo en materia de Derechos Humanos.
Santiago Mayor