Lorenzo, 529 kilos, de la ganadería de los Maños, fue lidiado por última vez en la plaza de Teruel, el pasado 9 de julio, durante los festejos de La Vaquilla del Ángel. El animal fue el responsable de acabar con la vida del torero español Víctor Barrio, de 29 años de edad, que fallecía tras recibir una cornada de Lorenzo en el Tórax.
Tal y como manda la tradición taurina, Lorenzo ha sido sacrificado y Lorenza, su madre, tiene la suerte de no estar viva, ya que si no habría corrido la misma suerte, al igual que toda su casta o "reada", como se dice coloquialmente en el mundo de la tauromaquia.
Y nos preguntamos... ¿qué culpa tienen las madres de los toros de los actos infligidos por sus hijos? "Toda", dirían los taurinos. La explicación es muy simple: cuando un toro mata a un torero el ganadero está obligado a sacrificar a la madre del animal y a toda su descendencia porque mientras que las características físicas de un toro se heredan del padre, la personalidad se hereda directamente de la madre.
Dicho con otras palabras, si Lorenzo era un toro de una enorme complexión física era gracias a su padre, pero la bravura que acabó trágicamente con la muerte de Víctor Barrio fue culpa de la madre que lo parió.
Y muerta la vaca, se acabó la raza.