La respuesta del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, al intento de golpe de Estado tras una sublevación militar que tuvo lugar la noche del 15 de julio, perjudica a la economía del país, lo cual al mismo tiempo podría suponer un alto riego para el mandatario turco, opina Henrik Mueller, columnista de la revista alemana 'Der Spiegel'.
"El poder del presidente turco Recep Tayyip Erdogan es limitado: necesita la confianza de los inversores extranjeros", indica Mueller en su artículo 'Negocios en Turquía: El talón de Aquiles de Erdogan'. A su modo de ver, Turquía depende demasiado del capital extranjero como para no tener en cuenta los intereses de sus inversores principales. Haciendo eco de las sanciones impuestas por Occidente contra Rusia, que no depende tanto de las inversiones extranjeras, el periodista alemán señala que la economía rusa está lejos de colapsar.
La economía turca, por su parte, ya ha sufrido los primeros golpes tras la reacción desmesurada del Gobierno de Erdogan al fallido golpe de Estado. Las cotizaciones bursátiles están 'rotas', el tipo de cambio de la lira turca va cayendo, las reservas de divisas se agotan y el tipo de interés aumenta drásticamente. Para colmo, la agencia de calificación crediticia Standard and Poor's ha rebajado la calificación de crédito de Turquía, sostiene el periodista.
"Cuanto más restringe Erdogan la libertad en su país, más oscuras se hacen las perspectivas de crecimiento a largo plazo y menos posibilidades tienen los inversores de devolver su dinero", constata Mueller.
El columnista de 'Der Spiegel' traza dos posibles escenarios para la economía turca. En el caso de que las autoridades del país tomen una línea más suave, tienen la oportunidad de salvar su modelo económico. De lo contrario, si el Gobierno sigue reforzando las represalias, la fuga de capitales detendrá el crecimiento económico y el índice del paro en el país aumentará. El descontento social será reprimido con medidas "draconianas" y como consecuencia la crisis económica dará paso al camino de la dictadura, opina Mueller.