Una piedra de jaspe semipreciosa fue extraída del Parque Nacional Canaima por el artista alemán Wolfang von Schwarzenfeld en 1998. Era el ancestro pemón.
Los indígenas pemón, ubicados en el estado Bolívar, al sureste de Venezuela, consideran que la causa de los desastres naturales y el desequilibrio de la naturaleza se deben a la sustracción de este momumento natural de 30 toneladas, llamada piedra Kueka, que salió de manera irregular de la comunidad de Santa Cruz de Mapaurí y fue trasladada a los jardines del parque Tiergarten de Berlín, como parte del Proyecto Global Stone.
Venezuela, en los últimos años, ha intensificado las gestiones para la devolución del monumento ante las autoridades alemanas que, si bien no se han negado al trámite, exigen una salida conveniente para todas las partes. El artista, por su parte, alega que la piedra carece de significado, que la trasladó con la anuencia del gobierno del fallecido expresidente Rafael Caldera y que fue un "regalo" para Berlín.
"Para los pemones, las piedras son como seres protectores, espíritus tutelares, intermediarios, divinidades y, en el caso de Kueka, es como una madre, y cuando le falta esa madre, ocurren desgracias, calamidades, el pueblo se desubica, ahí pueden haber hasta tragedias", explica el antropólogo Esteban Emilio Mosonyi, autor -entre otros libros- del Manual de lenguas indígenas de Venezuela, y quien ha participado durante años en foros para divulgar la cultura de ese pueblo ancestral y reclamar la devolución del patrimonio.
¿Leyenda o fraude?
La leyenda indígena cuenta que un joven pemón de Taurepán se enamoró de la mujer más bella de la comunidad Makuxi, y se fugó con ella, aún en contra del dios Makunaima, que prohibía el cruce entre ambos pueblos.
Los amantes fueron perseguidos y su condena fue vivir abrazados eternamente, convertidos en piedra. Así se convirtieron en los ancestros de los indígenas pemón. Pero lo que hizo Makunaima, lo separó von Schwarzenfeld. Después de la sustracción del monumento, "El abuelo" quedó solo en Santa Cruz de Mapaurí, y la abuela fue llevada a más de 8.500 kilómetros de distancia, curiosamente, para ser inscrita como representante del "amor".
El artista niega toda la historia, aunque en reiteradas oportunidades ha asegurado que no tenía conocimiento de la sacralidad de la piedra cuando la sacó de la Gran Sabana. En la página web del proyecto Global Stone expone ampliamente su versión de los hechos y refiere un estudio del investigador Bruno Illius que califica el reclamo de Venezuela como un "fraude intencional".
En un documento publicado en su página web, el artista dice que decidió extraer la Kueka porque "en una región con una densidad de población tan baja una piedra arenisca no tendría ninguna relevancia para el medio ambiente" y alega que, después de la controversia, el monumento se ha convertido "en un tipo de premio de consolación por las heridas sufridas por los indígenas instrumentalizados, los cuales prostestaron sin éxito contra el trasvase".
"Es increíble cómo después de once años, una secilla piedra arenisca pueda ser convertida a través de una historia inventada en santuario y, seguidos tres años más, sea declarada bien cultural nacional", agrega el alemán.
Eurocentrismo cultural
Para el presidente del Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela, el investigador Benito Irady, la postura del artista de desconocer el valor simbólico de Kueka no le resulta es sorpresiva: "Es lógico para un europeo no conocer los detalles de los mitos, las creencias y las costumbres de nuestros pueblos, que sólo las manejan quienes son practicantes y forman parte de esa cultura en el territorio".
Sin embargo, el desconocimiento del artista no despoja al monumento de su significado, "ese valor simbólico que se vincula al origen de la vida, a la presencia de los abuelos", sostiene Irady en entrevista a RT.
"Muchas veces, desde Europa son sumamente despreciativos con el conocimiento ancestral de nuestros pueblos, pero esa es parte de una larga historia que todos conocemos desde que algún viajero puso un pie en nuestro territorio y vio las culturas de los pueblos indígenas como prácticas demoníacas o elementos que estaban fuera de contexto. Nunca llegaron a entender el significado de los mismos".
No obstante, los gobiernos de Alemania y Venezuela han mantenido conversaciones al más alto nivel para lograr la devolución del monumento que reclaman no sólo las comunidades indígenas, sino el pueblo entero. Aunque al principio el reclamo se mantuvo en instancias diplomáticas, pasó a manos del Ministerio Público y en 2014 se inició el procedimiento legal para su repatriación.
Kueka es patrimonio
Los funcionarios del gobierno de Rafael Caldera fueron los que facilitaron la salida de ese bien patrimonial de la Gran Sabana en 1998, aún cuando las comunidades indígenas hicieron protestas en las vías para impedir el traslado, de acuerdo al testimonio del propio artista. No obstante, el Parque Nacional Canaima, donde estaba ubicada la piedra, había sido declarado patrimonio natural de la Humanidad en 1994. ¿El motivo? Sus tres millones de hectáreas cubiertas por tepuyes "con características biológicas únicas", refiere la Unesco, lo que implica que todo ese territorio está bajo salvaguarda especial.
Por otro lado, la Convención de 1970 de la Unesco establece los protocolos para impedir "la importación, exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de los bienes culturales", una normativa que se promulgó para hacer frente a los robos que se incrementaron "permanentemente, tanto en los museos como en los sitios, especialmente en los países del Sur".
En 2006, Kueka fue declarada como bien de interés cultural por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), debido a su valor simbólico y cosmogónico para la comunidad pemón, destaca AVN.
La declaratoria de la Unesco, la del IPC y la condición de Parque Nacional de Canaima, le otorgan a la piedra la valía de ser tres veces patrimonio: mundial, natural y cultural.
"El pueblo pemón -dice Irady- por supuesto que suma valores a la declaratoria de la Unesco por toda la fuerza que tiene una cultura ancestral. Es muy significativo, para quienes la conocen, de qué manera se relacionan a un paisaje cultural, que no se trata de sólo a los grandes monumentos naturales, sino de todo el significado de ese paisaje a través de los sentimientos, los rituales y los mitos (...) Eso nos da un ejemplo de cómo es tan importante para un Estado preservar un patrimonio y nos pone ante el asombro de qué pudo haber ocurrido cuando salió fuera de Venezuela".
Pagar o no
El último elemento que ha impedido -hasta ahora- el retorno de la piedra sagrada es el dinero. Fuentes consultadas del Ministerio de Cultura aseguraron que en los próximos días se retomará el caso pero recordaron que pagar por la repatriación de un patrimonio sería desconocer su valor simbólico y, al mismo tiempo, avalar el proceso que implicó la extracción ilegal de un monumento de un Parque Nacional.
En 2012, el artista finalmente estuvo de acuerdo en trasladar la piedra ancestral pero una vez que se aclararan "cuestiones de carácter legal y financiero", señala El Universal. Él sostiene que Kueka llegó de manera lícita a Alemania, por lo que "exige" al gobierno venezolano que le ceda una piedra de características similares a la que él sacó del país sin pagar un centavo al Estado, en forma de "retrodonación".
Además, von Schwarzenfeld dice que no tiene dinero y que Venezuela debería correr con todos los gastos para el traslado transoceánico del gigante pétreo, cuya intervención por parte del artista -y los graffitis que le han estampado durante su estadía en Berlín- pueden haber dañado para siempre su carácter de patrimonio ancestral.
Nazareth Balbás