Las fuertes declaraciones del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, y su rechazo a las intervenciones extranjeras fueron analizadas por especialistas internacionales, quienes aseguraron que la postura del mandatario deriva de su repudio a aceptar intromisiones de antiguas potencias coloniales.
De acuerdo con el historiador Gerald Horne, las expresiones 'provocativas' del presidente son parte de su "estilo", a la vez que se refirió ante RT a la preocupación de Duterte ―quien es conocido como 'Duterte Harry', en relación con el personaje de la película de Hollywood 'Harry el Sucio'― sobre la posibilidad de que EE.UU. pueda enfrentar al país con China.
No obstante, aclaró que Washington no responderá al "lenguaje colorido" de Duterte al menos en público, en especial, debido a las bases que tiene en territorio filipino, que pueden significar un punto de partida contra China. El Gobierno de EE.UU., agregó, ni siquiera alzó su voz frente a las denuncias de violaciones a los derechos humanos.
El origen del conflicto
Las polémicas surgieron tras las declaraciones de Duterte contra la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y EE.UU., en respuesta a las críticas a su decisión de convocar a las fuerzas de seguridad y al pueblo a matar narcotraficantes. El presidente filipino también se preguntó: "¿Por qué los estadounidenses matan a las personas negras y les disparan cuando ya se encuentran en el suelo? Además, advirtió que podría impulsar la salida de su país de la ONU.
Sin embargo, Brian Becker, integrante de la coalición antiguerra Answer, coincidió con Horne en descartar la posibilidad de una reacción estadounidense y agregó que "la administración de Obama no sabe qué hacer con Duterte", pese a que el jefe de Estado filipino denunció, también, las políticas de EE.UU. en Oriente Medio. "Duterte está enojado con las potencias coloniales que le dicen qué hacer", aseguró.
La relación de Filipinas con el poder colonial de EE.UU. se remonta ―recuerda Becker― a fines del siglo XIX y comienzos del XX, a la vez que detalló que "un millón de filipinos fueron asesinados cuando EE.UU. invadió en 1899, 1900, 1901 y 1902". Tras su independencia, en 1946, EE.UU. mantuvo bases militares hasta comienzos de la década de 1990, cuando fue desalojado. Por eso, insistió el especialista, los comentarios de Duterte corresponden a alguien que reclama que "las potencias coloniales como las que dominan la ONU no le digan más a Filipinas qué es lo que debe hacer".