Filipinas: La historia de la mujer que se gana la vida matando narcotraficantes

Una mujer que mata narcotraficantes para ganarse la vida, y un narco que no puede entregarse por miedo a que la Policía lo mate, son algunas de las caras de la 'cruzada' filipina contra la droga.

María (nombre ficticio), una diminuta mujer filipina con un bebé en sus brazos, ha matado a seis personas en dos años.

Desde que el Gobierno de su país lanzó su polémica guerra contra las drogas, se gana la vida con asesinatos por encargo bajo las órdenes de su jefe, un oficial de Policía.

"Culpable y angustiada"

Ella y su marido, también asesino a sueldo, son de un barrio pobre de Manila y no tenían ingresos hasta que se convirtieron en sicarios. Ahora pueden ganar hasta 430 dólares por encargo entre tres o cuatro 'compañeros', una fortuna en Filipinas.

Sin embargo, la mujer se arrepiente de haber tomado en su día esta decisión: se siente "culpable y angustiada"; tiene miedo a que las familias de sus víctimas "vengan a por ella", y está preocupada de lo que pensarán sus hijos, que ya empiezan a preguntar sobre la procedencia de tanto dinero.

"No quiero que nos recriminen que ellos pudieron vivir porque nosotros matamos por dinero", confesó María a la BBC. Asegura que quisiera dejar el equipo pero no puede porque su jefe ha amenazado con matar a quien lo haga.

"Soy un adicto, pero no mato. Soy un adicto, pero no robo"

Roger (nombre ficticio) está al otro lado de la barricada. Se 'enganchó' al shabú (la droga más usada del país) cuando era joven, y luego se convirtió en narcotraficante, trabajando en muchas ocasiones con policías corruptos.

Ahora se encuentra fugado y tiene que vivir con constante miedo y moverse cada día para que no lo maten. "Cada día, cada hora, no logro sacar el miedo de mi pecho. Es agotador y aterrador tener que estar escondiéndose todo el tiempo", relata el hombre, quien confiesa no poder dormir por las noches despertándose "con cada pequeño ruido".

Roger se siente culpable por hacer "cosas horribles" y haber "perjudicado a mucha gente" que se volvió adicta, "porque soy uno de los muchos que les venden droga", admite.

Sin embargo, asegura que "no todos los que consumen drogas son capaces de cometer crímenes como robar y matar". "Yo también soy un adicto, pero no mato. Soy un adicto, pero no robo", afirma.

Cuando el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, aseguró que mataría a los narcotraficantes, Roger pensó que se refería "a los grandes sindicatos que fabrican las drogas, no a los pequeños traficantes como yo".

"Me gustaría poder volver atrás en el tiempo. Pero es demasiado tarde. No puedo entregarme, porque si lo hago, la Policía probablemente me matará", confiesa.