A pesar de no ser una de las máquinas más modernas del sector aeronáutico militar, el Su-25 ruso —también conocido como Grach— aún continúa operando ampliamente en todo el mundo. Según la revista especializada estadounidense 'The National Interest', la popularidad que alcanzó esta aeronave en sus casi 40 años de existencia se debe a su efectividad de ataque contra los objetivos en tierra.
El antecesor del Su-25 fue el Il-2. Durante la Segunda Guerra Mundial, la artillería alemana era incapaz de derribar a este avión de ataque que bombardeaba a las formaciones de tanques del Tercer Reich, por lo que fue apodado como el 'tanque volador' soviético. Esta experiencia fue considerada en la creación del Su-25, producido en serie a partir de 1978.
Un diseño invulnerable
El caza está diseñado para un vuelo a baja velocidad y altura que le permite observar el campo de batalla y realizar efectivos ataques. Por ello, fue equipado con una gruesa capa blindada de 10 a 20 milímetros que protegen la carcasa, los sistemas de control y los tanques de combustible. Esto permitió que a lo largo de su historia, el Su-25 sobreviviera a duros ataques de cañones y ametralladoras de sistemas de defensa antiaérea.
Por su parte, el A-10 Warthdog es el análogo estadounidense del Su-25 y será retirado de la Fuerza Aérea de EE.UU. a partir de 2022. En Rusia, en cambio, el Su-25 forma parte de un proceso de modernización. Los renovados Su-25SM cuentan con un nuevo sistema de navegación satelital y de seguimiento por tecnología láser, así como una pantalla de visualización en el cristal de la cabina del piloto y un moderno radar.
El 'tanque volador' ha sido utilizado en varios conflictos alrededor del mundo. En 2015, Rusia utilizó varios cazas Su-25SM en la operación contra el terrorismo en Siria, realizando más de 1.600 vuelos de combate. Según la revista estadounidense, por su notable característica de ataque y resistencia al fuego enemigo, este avión mantendrá su alta demanda a nivel internacional.