El misterio de las piedras deslizantes del Valle de la Muerte, el fenómeno que tiene lugar en el desierto de Mojave (Estados Unidos), intriga a los científicos internacionales desde hace décadas. Esas piedras se encuentran en Racetrack Playa, un lago seco ubicado al norte de las montañas Panamint, dentro del parque del Valle de la Muerte.
Se trata de las famosas rocas 'viajeras', que se mueven por la superficie del desierto sin intervención humana o animal y dejan en la tierra unos surcos de escasa profundidad, pero decenas de metros de longitud.
Primeras teorías científicas
Algunas teorías sin fundamento estiman que estas piedras se mueven gracias a poderosos campos de energía generados por seres extraterrestres. Sin embargo, los primeros estudios científicos sobre este fenómeno aparecieron a finales de los años cuarenta.
En 1948, Jim McAllister y Allen Agnew, investigadores del Servicio Geológico de Estados Unidos, estimaron que su desplazamiento se debe a la combinación de tormentas de arena con las inundaciones temporales que vive el lugar. En 1952, otro geólogo puso a prueba esta versión cuando llenó inundó una zona del lago y utilizó un hélice para crear fuertes corrientes de aire: los resultados no fueron convincentes.
Durante muchos años, las teorías sobre la naturaleza de este fenómeno se basaban en el hielo que, durante el invierno, se acumula de manera ocasional en el lago. A principios de los años setenta, los geólogos Roberto Sharp y Dwight Carey, del Instituto de Tecnología y la Universidad de California, repectivamente, visitaron Racetrack Playa dos veces al año y, para medir los movimientos de 30 piedras, clavaron varias estacas de madera alrededor, porque suponían que la capa de hielo que las cubría en invierno se adheriría a esos postes y evitarían su avance. Sin embargo, muchas lograron evitar esos impedimentos y los científicos, a pesar de sus visitas frecuentes, nunca presenciaron el fenómeno.
Un experimento en la cocina
La explicación más plausible la ofreció Ralph Lorenz, un investigador de la NASA, quien quedó intrigado por el enigma de las piedras deslizantes mientras estudiaba las condiciones del clima del Valle de la Muerte en 2006. Tras analizar algunos casos similares que se dan en otras partes del mundo, el científico realizó un experimento en su propia cocina.
Lorenz colocó una piedra pequeña en un contenedor plástico, lo llenó de agua hasta que solo sobresalia la parte superior de la roca y lo introdujo en su congelador, explica Smithsonian.com. Después, colocó la piedra, ya cubierta con una capa de hielo, sobre una bandeja llena de agua con arena en el fondo, sopló y la roca se deslizó por el agua, dejando huellas en la arena del fondo de la bandeja.
Esta explicación es bastante verosímil, pero resulta difícil comprobar su valía porque nadie ha presenciado el movimiento de las rocas. Sin embargo, gracias al progreso tecnológico un grupo de investigadores pudo ratificar la tesis de Lorenz en 2013, informa la revista 'Live Science'.
Así, estos especialistas emplearon equipos de GPS y grabaciones reproducidas a una velocidad superior para captar como algunas rocas pequeñas se deslizaban por el lago Racetracker.