"Nos torturaban cada día": relato de un sobreviviente de las cárceles secretas de EE.UU. en Irak

Combatió contra la invasión de Irak en 2003. Fue capturado en 2004 y sometido a sistemáticas torturas en prisiones clandestinas, donde le privaron de los más elementales derechos humanos.

En la ciudad libanesa de Trípoli nadie imaginaría que Abdel Nasser Hassan es un sobreviviente de las temibles cárceles secretas que Estados Unidos controla en Irak tras la invasión de 2003.

Este conductor de taxi de origen palestino fue un combatiente con grado de coronel en las milicias palestinas aliadas al Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baaz) y padeció seis años de torturas sistemáticas en prisiones clandestinas estadounidense, según recoge un artículo del diario español 'Público'.

"Nos torturaban cada día. La mayoría de los presos no salían vivos y los cadáveres eran introducidos en congeladores para hacer desaparecer cualquier rastro de tortura", dice el testimonio de Nasser, que volvió a su país hace cinco años con las marcas de la tortura en su cuerpo y en su mente.

Como veterano de la Guerra del Golfo, el coronel palestino se enroló en la resistencia iraquí cuando comenzó la invasión de las tropas de Estados Unidos.

Inicio del calvario

En agosto de 2004, según el relato periodístico, el combatiente Abdel Nasser Hassan fue detenido en su casa por un comando de marines norteamericanos. Él, que esa noche dormía junto a su esposa y su hijo, recordó así su captura: "Nos rodearon y nos bombardearon incluso desde un helicóptero Apache".

Coronel entrenado, Nasser Hassan respondió con disparos de fusil a sus atacantes, pero al ser superado ampliamente en número terminó siendo capturado. Allí inicia realmente su terrible historia.

Sin derecho a defenderse, fue acusado de terrorismo y llevado a una prisión clandestina al norte de Bagdad.

"Fue el comienzo de casi seis años de calvario y tortura", dijo al diario español.

Aseguró que los militares estadounidenses movían a los prisioneros con bastante frecuencia para evitar que organismos de derechos humanos, como la Cruz Roja Internacional, rastrearan a los reos ilegalmente detenidos.

De esa forma pasó varias veces por los reclusorios de Muthanna, Abu Ghraib y Susa, en los cuales era trasladado a calabozos bajo tierra. Durante sus seis años de prisión estuvo completamente aislado, sin poder recibir ni una visita y sin opción a establecer comunicación con personas de fuera de los barrotes.

Sin piedad alguna

Nasser Hassan fue capaz de detallar las torturas a las que fue sometido.

"Nos ataban a la cama ─muestra las marcas de las torturas aún visibles en sus muñecas─, nos golpeaban, alteraban nuestro sueño e incluso utilizaban electrodos para torturarnos. Fuimos víctimas de torturas casi a diario (…) Incluso llegaron a verter ácido en mi boca", contó el palestino al rotativo español.

Cientos de presos ilegales han pasado por esas cárceles clandestinas. Según sus declaraciones, en esos lugares Nasser "perdió la noción del tiempo, la memoria y, sobre todo, la dignidad".

Justicia

Finalizando 2009, Nasser obtuvo su libertad. El médico forense que lo examinó determinó "brutales y sistemáticas torturas", según un informe que mostró al diario.

En el momento de su detención, el coronel palestino pesaba 112 kilos. Para cuando fue excarcelado pesaba apenas 60.

Confiado en el sistema judicial, presentó una denuncia ante un tribunal sirio contra sus torturadores. "Solo quiero que Estados Unidos ponga fin a la ocupación y se vaya de Irak. Esa es la verdadera justicia para mí", aseguró Nasser.