Cartoneros en Argentina: una historia de organización de los más humildes
Desde las primeras décadas del siglo XX en la Argentina existieron los llamados “cirujas”, personas que deambulaban por la calle recolectando basura para comer, vestirse y garantizar sus condiciones mínimas de vida. Con la crisis económica que sufrió el país en 2001, que elevó la desocupación por encima del 20% y la pobreza al 50%, estos actores se multiplicaron pero adoptaron un nuevo nombre: cartoneros.
Habitantes de las periferias de las grandes ciudades del país se lanzaron a recolectar todos los días cartones, plásticos y otros materiales reciclables que luego pudieran revender y de esa forma subsistir. Un estudio de la Universidad Nacional General Sarmiento daba cuenta que en 2001 había 100.000 cartoneros en Área Metropolitana de Buenos Aires sobre una población de 11.000.000 de personas.
Sin embargo esta práctica chocó con los intereses de las empresas recolectoras de basura, así como también con legislaciones que prohibían una práctica que, en los hechos, planteaba una nueva forma de tratamiento de los residuos.
Organizarse por derechos laborales
En el año 2002 comenzaron a surgir las primeras Cooperativas de Recuperadores Urbanos y se fundó el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), una organización con "un perfil diferente al de las primeras cooperativas, vinculado a una estrategia de organización y a un repertorio de acciones más asociada a los movimientos sociales y a luchas revindicativas, que a la organización de un proceso productivo", segúnreseñó la investigadora Nora Salvi en su línea de tiempo de "Hitos sociales e institucionales de las Políticas de Reciclado en la Ciudad de Buenos Aires".
"Se arma un pequeño núcleo de organización en torno a la defensa de esas personas", explicó Alejandro Valiente, integrante del MTE, en diálogo con RT. Las primeras acciones tenían que ver con protegerse "de las comisarías que cobraban sobornos para dejar trabajar aprovechándose de la prohibición de cirujeo y también controlando e impidiendo el paso de los camiones en que se trasladaban los cartoneros", detalló Valiente.
Fue así que por presión de las cooperativas y organizaciones sociales, se comenzaron a tomar una serie de medidas políticas y legales para mejorar las condiciones de los cartoneros en la capital del país. La derogación de ordenanzas que prohibían su labor abrió paso a la sanción de la Ley 992/02. Esta "reconoce la actividad de los cartoneros llamándolos Recuperadores Urbanos y los incorpora al servicio público de recolección de residuos", explicó a RT el sociólogo e investigador Leonardo Gurrieri, especialista en el tema y miembro del equipo de investigación de Salvi.
Mediante esta ley se conformó un organismo de control, el Programa de Recuperadores Urbanos (PRU) antecesor de la actual Dirección General de Reciclado, que se ocupó de brindar credenciales, uniformes y capacitación a los cartoneros.
Marcos regulatorios
Posteriormente se avanzó en otra serie de normativas que fueron regulando y garantizando mejores condiciones de trabajo en la Ciudad de Buenos Aires. Así es que se aprobó la ley 1854 conocida como Ley de Basura Cero. Gurrieri apuntó que esta legislación "es la de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos y también da marco a la actividad de los cartoneros planteando que se va a privilegiar su actividad dentro del servicio de recolección". Es decir que en las distintas tareas de recuperación y reciclado "se va a reconocer la prexistencia de los cartoneros en esa actividad".
También se sancionó la ley 4120 que reglamenta el servicio de higiene urbana y regula tanto a las empresas como a los cartoneros. Sin embargo lo más significativo en términos de regulación se dio a partir de 2012 cuando se establecieron los primeros contratos entre cooperativas de Cartoneros y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que presten formalmente servicio de recolección.
El modelo de la Ciudad de Buenos Aires
Sin dudas el distrito donde más se ha avanzado en el reconocimiento de los recuperadores urbanos es en la capital argentina. Esto se debe al importante recorrido y trabajo del MTE. Esta organización nuclea actualmente "alrededor de 8.000 cartoneros en todo el país" y es impulsor de la Federación Argentina de Cartoneros y Recicladores (FACyR) "que agrupa alrededor de 80.000", comentó Valiente.
El referente de la organización cartonera apunta que hoy por hoy "existe un sistema de reciclado que contrata a los cartoneros a través de la figura de cooperativas". De esta forma "brindan el servicio de recolección diferenciada y perciben una parte de su sueldo directamente del Estado". El gobierno "también se hace cargo de la infraestructura y la logística".
"Este sistema está muy bien desde lo formal pero su aplicación tiene deficiencias", analizó Valiente y recordó que actualmente se encuentran discutiendo cómo va a ser la renovación del contrato entre el gobierno y las cooperativas que vence a fin de año. En este sentido recordó que "algunos de los reclamos pendientes tienen que ver con la necesidad de espacios físicos para reciclar los materiales ya que hoy la mitad de los cartoneros de este sistema -que nuclea a 5.500- procesa el material en su propia casa". Por este motivo "se necesitan más centros de acopio y clasificación, donde se puedan vender directamente a la industria y mejorar los precios". Asimismo el sistema "requiere una inversión en camiones e infraestructura logística que hoy está muy desgastada".
Cartoneros en todo el país
En la periferia de la mayoría de las ciudades han surgido estos nuevos sujetos sociales que se han organizado en torno a la FACyR. "Las políticas públicas que faltan a nivel nacional son en gran parte las que se implementaron en la ciudad", comentó Valiente. Es decir "reconocer a los cartoneros que ya están trabajando y dotarlos de un sistema que les permita realizar la tarea en mejores condiciones: un salario, uniforme y todos los derechos que tienen los trabajadores".
"A veces no hay voluntad política para esto o se señala la falta de presupuesto de los municipios", contó el referente del MTE. Una de las propuestas que tiene la organización para financiar estos programas es con "una ley de envases que grave a las empresas que generan productos que generan contaminación". Que se incentive la producción de envases fácilmente reciclables y que las compañías "se hagan cargo, mediante un impuesto", del financiamiento de estos programas.
Un nuevo paradigma para el tratamiento de la basura
Paradójicamente, esta experiencia surgida de la necesidad de los sectores más vulnerables de la sociedad, vino a plantear una nueva forma de relación entre la ciudad y el problema de los residuos. "Los cartoneros vienen a instalar socialmente que existía y existe otra forma de gestión de los residuos", opinó Gurrieri. El sociólogo recordó que antes de que regulen su actividad "el pliego que legislaba sobre las empresas recolectoras sostenía que se les pagaba por tonelada recolectada. Es decir, no importaba que era, mientras genere peso las empresas lo recolectaban".
Esto generó conflictos desde el comienzo ya que todo el material que los cartoneros sacaban de la calle era menos dinero para las empresas. Sin embargo a partir de la actividad de los cartoneros "se cambió esa modalidad de pago a las empresas donde en vez de por tonelada se lo hace por área limpia". Empieza a haber otro concepto donde se piensa que no toda la basura se tiene que enterrar, "sino que hay otra forma de tratamiento. Que la basura tiene una utilidad, se le puede sacar provecho y reutilizarla", agregó Gurrieri.
Para Alejandro Valiente los cartoneros "plantean un nuevo paradigma que apunta a generar una nueva conciencia sobre lo que compramos para producir menos residuos". Desde su perspectiva "sacar la basura mezclada no debería ser más una práctica común. Cada persona, debería separar en origen lo reciclable de lo que no es reciclable" para que pueda ser "gestionado por los cartoneros". Esto permitiría "evitar que se entierre hasta un 25% de la basura generada" mientras que "otro 50% que es orgánico se podría utilizar para fertilizar y hacer tierra nuevamente".
Santiago Mayor