Las imágenes siempre han tenido el poder de contarnos lo que no pueden explicar las palabras. Mientras las palabras son fugaces, las imágenes permanecen en nuestra retina, tienen la capacidad de emocionarnos, de remover nuestros sentimientos, de rompernos un poco por dentro. Es lo que sucede cuando vemos las fotografías de estos niños. Sus ojos muestran el dolor de aquellos que no tendrían que sufrir nunca. Son miradas que no miran, que se pierden en el infinito. En un lugar que queda muy lejos para nosotros.
Las imágenes fueron tomadas en Yemen, uno de los países más pobres del mundo y del que nos han llegado muchas palabras: guerra, conflicto, violaciones, hambruna, pobreza, crisis humanitaria, bombardeos, ataques, muertos, heridos, niños, sufrimiento… Pero ninguna de esas palabras ha tenido la fuerza que tienen estas imágenes para golpear nuestra conciencia y recordar las crueldad de una guerra olvidada que, lejos de llegar a su fin, se recrudece cada día.
Por un lado, los huzíes, un grupo rebelde chiíta de la minoría zaydí, aliados con los simpatizantes del expresidente Ali Abdullah Saleh, que renunció a su cargo en febrero de 2012. Por otro, las fuerzas contrarias a los huzíes, aliadas con el presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi - actualmente en el exilio - y con la coalición liderada por Arabia Saudita, que el 25 de marzo de 2015 inició una dura intervención en Yemen con ataques aéreos sobre los huzíes con el fin de reinstaurar el poder de los sunitas en el país.
Y como siempre, en medio de la guerra, está atrapada la población civil, con miles de muertos y heridos. Más de 10.000 personas han perdido la vida desde el inicio de los ataques aéreos, según datos de la ONU. Además, en todo el país se cometen crímenes de guerra y terribles abusos contra los derechos humanos, lo que está causando insoportables sufrimientos a la población civil.
Asimismo, está la crisis humanitaria que crece vertiginosamente. Arabia Saudita ha impuesto un bloqueo naval, terrestre y aéreo sobre el país, que importa más del 90% de sus alimentos básicos. Esta situación ha provocado que los precios de los alimentos se disparen y que, por tanto, la población no pueda comprar comida para alimentar a sus familias. De acuerdo con las últimas cifras recogidas por la ONU, 14,4 millones de yemeníes, casi la mitad de la población, necesitan ayuda alimentaria y 7 millones de ellos están en situación de emergencia.
La organización ha expresada reiteradamente su preocupación por las consecuencias de los bombardeos de la coalición liderada por Arabia Saudita sobre Yemen, y ha advertido de que el agravamiento del conflicto ha provocado un aumento de los casos de desnutrición infantil: 370.000 niños sufren desnutrición severa.
Además, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), debido al conflicto en Yemen, 19 de las 22 provincias del país están acosadas por la inseguridad alimentaria y más de la mitad de la población civil "no tiene prácticamente qué echarse a la boca".
Mientras tanto, las negociaciones de paz impulsadas por la ONU finalizaron a principios del pasado mes de agosto sin alcanzar ningún acuerdo. Concluían cinco meses de conversaciones en Kuwait en los que ni siquiera se respetó el alto al fuego.
Los ataques aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudita a menudo han tenido como objetivo a la población civil, como los del pasado 12 de septiembre, víspera de la celebración del Eid al-Adha, en la localidad de Arhab, en el norte del país, que dejaron 30 muertos y decenas de heridos.
Pese a los firmes indicios de graves violaciones del derecho internacional en Yemen, muchos países han continuado vendiendo y transfiriendo armas a Arabia Saudita y a otros países miembros de la coalición para su uso en el conflicto. También se han desviado armas que han acabado en manos de las fuerzas huzíes y de otros grupos armados que luchan en Yemen.
España, Estados Unidos, Francia, Italia, Países Bajos y el Reino Unido registraron licencias y ventas de armas a Arabia Saudita - entre ellas drones, bombas, torpedos, cohetes y misiles - por valor de más de 25.000 millones de dólares en 2015, según un reciente informe de Amnistía Internacional.
María Jesús Vigo Pastur