El diario digital Meduza ha hablado con el director estadounidense Oliver Stone, que la semana pasada estrenó su película 'Snowden', sobre la vida de excontratista de la CIA que reveló el espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense, la NSA.
A juicio del popular director, uno de los temas más sobrecogedores plasmados en la película es el abuso de poder protagonizado por el Gobierno de EE.UU. "Hemos creado las ciberarmas y hemos liberado al genio de la botella al desencadenar una ciberguerra contra Irán en 2007", afirma, refiriéndose al virus Stuxnet, que se cree que fue creado por EE.UU. e Israel para sabotear el programa nuclear iraní. Muy pronto, afirma, "quedó fuera de control y afectó a otros países".
"De esta forma todo el mundo se enteró de que EE.UU. usa armas cibernéticas en sus ofensivas y este fue un momento crucial, al estilo de ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki", explica el director estadounidense. "Después despertamos en un mundo donde todos 'hackean' a todos y nadie sabe quién es responsable", remacha Stone.
"Nos hemos encontrado de nuevo en una situación en que igual que en los 1950 siempre se echa la culpa a los rusos", como hizo este verano la candidata presidencial Hillary Clinton tras el ataque protagonizado por piratas electrónicos a las computadoras de la Convención Nacional Demócrata.
EE.UU. ha creado una arma que puede ser utilizada contra el mismo país, advierte Stone. "Siempre necesitamos enemigos y ahora ha llegado el alarmante momento en que existe una gran tentación de volver a culpar a Rusia de todo y es así como empiezan la guerras", señala el director.
Para Google Snowden no es un héroe sino un traidor
A juicio del director, para firmas de Silicon Valley como Google o IBM, Snowden no es un héroe, sino un traidor que sacó a la luz cómo estas compañías cooperaban con el Gobierno estadounidense.
No fue simpatía hacia la causa de Snowden, recuerda el entrevistado, sino la amenaza de perder clientes –en otros países la protección de datos personales es mayor– lo que obligó a los gigantes estadounidenses a mejorar sus mecanismos de cifrado.