La planta anti-Monsanto que crece de manera silvestre en Venezuela

Se trata de un arbusto que a pesar de crecer y adaptarse a los suelos más degradados, posee numerosas propiedades alimenticias. Los cultivadores de alimentos transgénicos aseguran que sobrevive al glifosato.

Según una nota de prensa publicada en el blog de la Fundación Ethérnithas, en 2004, un agricultor de "Macon, Georgia, ciudad situada a unos 130 kilómetros de Atlanta, se dio cuenta de que algunos brotes de Amaranto resisten al Roundup, con el cual él regaba sus cultivos de soja".

Los campos víctimas de esta 'mala hierba', como dice la información, ya se extienden a otras regiones como "Carolina del Sur, del Norte, Arkansas, Tennessee y Missouri".

La hierba anti-Monsanto, como se la ha catalogado, logró sobrevivir a las fumigaciones, explican en el texto, ya que "el herbicida potente, utilizado a base de glifosfato y de ammonium, ha ejercido sobre las plantas una presión enorme que ha acrecentado aún más la velocidad de adaptación".

Pero Monsanto está experimentando la fuerza de una planta que, 500 años atrás, ayudó a los indígenas venezolanos a resistir (hasta donde les fue posible) la invasión española.

Los barcos de Colón

El 12 de octubre de 1492, relata el historiador venezolano Vladimir Acosta, "llegaron las tres carabelas de Colón provenientes de España. Llegaron a una pequeña isla del Caribe. Tomaron posesión de la tierra (de una tierra que no era de ellos, que no les pertenecía) en nombre del Rey de España (su rey) y de Dios (su dios cristiano)".

Describe que "los indígenas habitantes de esa isla, de la manera más inocente, salieron alborozados a recibirlos y a festejarlos en la creencia de que habían llegado unos extraños dioses en unas casas flotantes, vestidos extrañamente, blancos, con barbas".

Para ese momento, los indígenas venezolanos "no tenían la más remota idea de lo que se les venía encima: la Conquista, la esclavitud, la servidumbre, la sujeción, las enfermedades, la Colonia, la explotación", asegura Acosta.

Arma secreta

Pero los españoles no lo lograron alegremente. Los indígenas resistieron con el armamento del que disponían y con su coraje. Y mucho les ayudó un "arma secreta" que sólo ellos conocían.

En un texto publicado en el sitio Caracas1 aparece el siguiente episodio. Militares españoles asediaban a una tribu indígena en las faldas del cerro Waraira Repano, ubicado en la cadena del litoral dentro de la cordillera de la Costa, al centro-norte del país. "Se dice que los colonizadores españoles, no pudiendo combatir a una tribu, la rodearon, no permitiéndoles salir a buscar alimentos, ni de caza, ni de pesca, esperando que murieran de hambre, pero después de un mes, los indígenas seguían lanzándoles flechas".

Lo españoles se retirarían (esa vez) sin lograr su cometido. Tiempo después lograron enterarse que los indígenas se alimentaron ese mes de asedio, gracias a la "hierba caracas, un alimento medicinal".

En el mismo texto se cita un documento fechado en 1578, donde el español Juan de Pimentel, gobernador de esas tierras escribe: "Llamase toda esta provincia generalmente Caracas, porque los primeros cristianos que a ella vinieron, con los primeros indígenas que hablaron fue una nación llamada Caracas, y esta nación de indios tomó este nombre porque en su tierra hay muchos bledos que en su lengua llaman Caracas".

Sus nombres

Existen varias maneras de referirse a esta planta que nace de manera silvestre hasta en las aceras de la capital venezolana. La periodista venezolana Indira Carpio apunta en una investigación: "Caracas, Amaranto, Bledo, Pira; son las denominaciones de una misma planta que crece en toda la geografía capitalina venezolana (y alrededor del mundo) y que se constituye en el topónimo de la tribu que habitaba el valle de la garganta montañosa, ahora llamada con su nombre original, Waraira Repano".

Se estima que del Amaranto, nombre genérico de la planta, se derivan 565 especies, aunque solo haya 113 aceptadas.

En su artículo detalla que las civilizaciones "mayas y los aztecas adoraban esta planta, una de las más antiguas del mundo, y la consideraban sagrada. Asimismo los Caribes y los Caracas".

Mientras que los españoles demonizaron el cultivo del Amaranto llamándola: "alimento para salvajes".

Walterio Lanz, conocido como "el padre de la semilla", recuerda que algunos documentos de los invasores españoles, que reposan en los archivos nacionales, muestran a los españoles pidiendo exterminar los sitios de cultivo de los "indígenas, pero en particular donde sembraban pira".

En su opinión con el Amaranto pasó lo mismo que con la auyama (calabaza) "que a pesar de su valor nutricional por muchos años la llamaron alimento para cerdos, no en vano los agricultores estadounidenses que cultivan alimentos transgénicos  la llaman despectivamente Pig weed (maleza de cerdo) ".

Pero el meollo del asunto es que ese arbusto, también llamado Pira, es una maravilla nutricional. Posee un "alto contenido de proteínas (incluso más que la soya), vitaminas A y C y sales minerales. Algunos expertos aseguran que podría palear las vaticinadas hambrunas que están por plagar el mundo", agrega la periodista venezolana.

Sus fortalezas

Para Saúl Flores, doctor Saúl Flores, investigador del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), el Amaranto es una planta con características muy interesantes, una de ellas es que desde el punto de vista ecológico, "logra crecer en sitios que han sido perturbados o en tierras degradadas. Puede colonizar esas áreas gracias a su fisiología y a su anatomía".

Entrevistado por RT, aseguró que la variedad más común en Venezuela es el Amaranthus dubius, o también llamada pira dulce.

"Es una planta que se ha adaptado a crecer en situaciones muy extremas, en suelos muy pobres. Ella absorbe la energía solar muy fácilmente y tiene una capacidad fotosintética muy alta", detalla Saúl Flores.

El Amaranto, agrega, no requiere de sitios especiales para cultivarlo, "y además produce millones de semillas que tienen un alto valor nutricional: proteínas, aminoácidos y antioxidantes, entre otros".

Esa capacidad de adaptación a condiciones extremas, entre ellas a suelos envenenados con glifosato, hacen que el Amaranto sea considerada la planta Anti-Monsanto.

 

Ernesto J. Navarro