"Ojalá que esta vez sí prospere este paso", dijo ayer el mandatario venezolano, Nicolás Maduro. Porque lo han intentado varias veces y el resultado siempre ha sido el mismo: una endeble relación con EE.UU.
"¿Podemos entendernos? Sí ¿podemos hacer una agenda positiva? Sí, y es lo que vamos hacer. Es una importante oportunidad para las relaciones de respeto y armonía entre los dos gobiernos", agregó Maduro, citado por el diario Últimas Noticias.
La noticia se dio después del acercamiento a puerta cerrada que ocurrió el pasado lunes en cartagena entre el Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y Maduro, mientras se desarrollaban los actos protocolares para la firma del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Por ahora sólo se sabe que el mediador sigue siendo Thomas Shannon, pero ¿qué posibilidades hay de que el diálogo sí rinda frutos?
Novela de cordel
Para el internacionalista y profesor de geopolítica de la Academia Militar de Venezuela, Luis Quintana, el principal escollo para que ambos gobiernos consoliden una relación de respeto es que "cada vez que hay un contacto o se llegan a algunos acuerdos, el gobierno de EE.UU. quiebra los pactos y hace declaraciones sobre los asuntos internos de Venezuela, perjudicando el nivel de la confianza y la comunicación del más alto nivel".
La historia reciente es un ejemplo. A mediados de este año Shannon estuvo en Caracas para desarrollar una agenda de conversaciones, pero semanas más tarde voceros de la Casa Blanca hicieron declaraciones injerencistas sobre la política interna del país. El viernes pasado, la cancillería venezolana emitió un comunicado en rechazo a los señalamientos de John Kirby con respecto a los lapsos establecidos por el Poder Electoral para la realización del referendo revocatorio presidencial. Y la historia de desencuentros es aún más larga.
La razón de esas inconsistencias entre el verbo y la acción tiene que ver, según Quintana, con el hecho de que el Departamento de Estado "no es una entidad monolítica, sino que está conformada por los llamados halcones, que siempre quieren salidas rápidas y violentas; y las 'palomas', que apuestan por salidas políticas". ¿El resultado? Las evidentes contradicciones de la política exterior hacia Venezuela.
Shannon, el mediador
El puesto de embajador en ambos países sigue vacante desde 2010. La retórica –especialmente durante los gobiernos de la Revolución Bolivariana- ha sido cáustica y siempre caracterizada por roces en coyunturas de carácter político, pero la única figura aceptada para mediar en los últimos años ha sido Shannon.
El diplomático de 58 años, egresado en filosofía con altos honores de la Universidad de William y Mary (1980) y con doctorado en política de la Universidad de Oxford (1983), vivió en Venezuela desde 1996 hasta 1999. Durante su estancia en Caracas como embajador nació uno de los dos hijos que tiene con su esposa Gisela.
"Shannon es una figura que goza de respeto entre los actores venezolanos –apunta Quintana- y ha participado en distintos momentos en la relación política con el gobierno bolivariano. Aunque defiende los intereses de su gobierno, es una de las pocas personas de alto nivel que no se refiere directamente a los asuntos internos de Venezuela".
La cauta postura de Shannon ha jugado a favor, pero nadie canta victoria: "el problema de fondo no es él como mediador, sino los intereses que presionan al gobierno de los EE.UU. para tener determinadas posturas contra Venezuela. Por más que él pretenda un acuerdo satisfactorio de convivencia, de respeto, siempre va a tener la presión de la derecha, por eso es que nunca hay una reacción consistente en el tiempo".
Jugadas políticas
La cancillería venezolana ha sido discreta frente al acercamiento. Fuentes cercanas a la Casa Amarilla tienen varias lecturas sobre el nuevo intento de diálogo de Washington con Caracas: un contacto exploratorio ante las inminentes elecciones norteamericanas, la posibilidad de que el referendo no implique la salida del chavismo y la necesidad de influir a favor de la oposición venezolana.
Se prevé que la llegada de Shannon sea en los próximos días. Ninguna de las partes ha adelantado los temas de agenda, pero se espera que se mantengan con el hermetismo que ha caracterizado los últimos encuentros.
Las palabras de Maduro con respecto al encuentro son auspiciosas: "ojalá que esta vez sí". Para Quintana, la declaración tiene un dejo de escepticismo "que está fundamentado en la historia de injerencia de EE.UU. sobre todos los países que desafían sus intereses en términos políticos o económicos".
"El propio presidente Obama -sostiene Quintana- lo dijo a principios de este año: ellos empezaron a cambiar su política. Por eso ahora vemos estos golpes suaves donde EE.UU. no aparece explíciamente sino que utiliza a los gobiernos de derecha, que ellos mismos han financiado, para desestabilizar a los países que no se subordinan, sólo que no han podido con Venezuela. Somos una piedra en el zapato".
Nazareth Balbás