El condado de Lake Providence, en el norte del estado de Luisiana, EE.UU., se sitúa alrededor de un lago homónimo, ubicado a pocos kilómetros del río Misisipi. Según un artículo publicado por el diario español 'El País', se trata de un pequeño lugar de menos de 4.000 habitantes que esconde un fenómeno que se repite a lo largo de todo el territorio estadounidense y en muchos lugares del mundo: la creciente desigualdad entre ricos y pobres.
Pero en este especial lugar, el lago parece haber establecido una frontera natural bien definida entre las clases sociales, al acoger a las personas más ricas en su orilla norte y a los pobres en la sur. Este fenómeno se ve acentuado con un efecto racial, pues la mayoría de los residentes pobres son afroamericanos —con un sueldo anual de unos 6.800 dólares—, mientras que los ricos —que ganan unos 611.000 dólares al año— son blancos. Una región donde se registran las mayores cifras de desigualdad de EE.UU., según un estudio realizado en 2013 por la CNN.
Las dos caras de la moneda
Cinco minutos de viaje entre las orillas del lago muestran dos panoramas distintos. Muchos negocios de la margen sur están cerrados, se observan casas abandonadas, destruidas. La mayoría de la población que habita en este lugar es afroamericana. Una de ellas, Lakisha Wilson de 25 años, afirma que "vivir aquí no es perfecto. Necesitamos más trabajo". Asegura que cuando era pequeña las cosas eran distintas. Ahora "muchas compañías han cerrado", afirma y señala que la mayoría de la gente no vive en familias con padre y madre, "algunos viven con sus abuelos o en centros comunitarios".
El éxodo de blancos hacia la orilla norte del lago comenzó en los años 60 del siglo pasado. Esta zona ahora está repleta de casas grandes y elegantes. Los niños asisten a colegios privados. Madeleine, una jubilada de 77 años que vive en esta zona, al igual que muchos otros cree que el problema radica en la política de ayuda social promovida por el gobierno. Asegura que hay muchas iniciativas para ayudar a los afroamericanos que no son correspondidas. Asimismo, critica el sistema de subsidios a los pobres: "Les pago para que se sienten en el pórtico de su casa".
Por su parte, el alcalde del condado, Bobby Amacker, un hombre blanco de 71 años, dirige la ciudad desde un lugar central que divide el área pobre de la rica. No le gusta tratar el problema social que se vive en Lake Providence e intenta minimizar el hecho. "Es igual en todas partes", afirma Amacker. Según él, la automatización del proceso de recolección de algodón, una industria que empleaba en su mayoría a afroamericanos, y la adopción del tratado de libre comercio con México y Canadá, son las principales causas del declive de la economía local. "El Nafta nos mató. Todo el algodón se fue a México, donde existe mano de obra barata", asegura el alcalde.