Austria, una nación rica con una economía fuerte y bajas tasas de paro, es percibida por muchos como un Estado europeo ideal.
No obstante, en realidad este país centroeuropeo lleva varios meses en una crisis política, que refleja también la situación en Europa en general, sostiene el periodista Pablo Esparza en un artículo para BBC Mundo.
- En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del pasado 22 de mayo el ecologista Van Der Bellen obtuvo la victoria al alcanzar el 50,3%, frente al líder del partido ultranacionalista FPÖ, Norbert Hofer. El ajustado empate entre los dos candidatos solo logró deshacerse gracias al voto por correo.
- El Partido de la Libertad de Austria no admitió la derrota e impugnó de manera oficial los resultados, argumentando que hubo numerosos errores e irregularidades en el recuento del voto por correo.
- A principios de julio, el Tribunal Constitucional de Austria aceptó las reclamaciones de la formación de ultraderecha y dictaminó la repetición de los comicios, fijando la nueva cita para el 3 de octubre.
- Sin embargo, en septiembre las autoridades austriacas volvieron a aplazar la repetición de las elecciones presidenciales hasta el 4 de diciembre debido al pegamento defectuoso de los sobres electorales, que no cerraban correctamente.
Según los expertos consultados por BBC Mundo, esta serie de despropósitos reflejan "una situación social más compleja" que resultó en un crecimiento alarmante de la ultraderecha, que nunca había recogido un apoyo tan amplio antes de las elecciones de mayo.
El auge de la ultraderecha, una "advertencia a los partidos tradicionales"
La inmigración es una de las 'manzanas de la discordia' para este país europeo, que es un punto de tránsito para el flujo de refugiados. "La esfera política del país está cada vez más dividida sobre el tema de la inmigración y eso se refleja también en esa elección", explica el analista Gustav Gressel, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Otro problema, para Gressel, es la insatisfacción general con el Gobierno "en cuestiones como corrupción, nepotismo, reformas paralizadas y problemas en la administración local", que provoca "el sentimiento de que las élites actuales son estúpidas y no pueden gobernar el país" y que dio lugar al ascenso de la ultraderecha. Esta subida es una "advertencia a los partidos tradicionales para que no sigan con su forma de hacer política", señala Gressel.
Tendencia más amplia
Por otro lado, los componentes de esta crisis política en Austria —el auge de la extrema derecha, la crisis de refugiados y el desgaste de los partidos convencionales— también ofrecen claves para entender las tendencias más allá de las fronteras austriacas.
"Podemos mirar a Donald Trump y su agenda antisistema en EE.UU., al partido ultraderechista Alternativa para Alemania o Marine Le Pen, del Frente Nacional en Francia, con sus mensajes 'antiestablishment'", detalla a BBC Mundo el politólogo austriaco Thomas Hofer.
¿Ejemplo contagioso?
Aunque el presidente en Austria tiene un papel ceremonial y no tiene apenas poderes ejecutivos, la posible llegada de un candidato de ultraderecha al cargo presidencial de un Estado de la UE puede tener consecuencias tanto a nivel nacional como al nivel europeo.
En opinión de Hofer, se trata de una "situación embarazosa" para Austria, cuya "imagen a nivel internacional está dañada".
Además, "dentro del país, esto añade elementos a la frustración sobre cómo funciona la democracia", opina el politólogo.
Gressel, a su vez, hace hincapié en que si un representante de la ultraderecha llega a ser presidente, eso tendría un valor simbólico y "sería un ejemplo a seguir por todos los partidos con la misma tendencia en Europa".