Tras la difusión de una grabación de 2005 en la que Donald Trump se jactaba de que su fama le permitía tratar a las mujeres de cualquier manera, el candidato presidencial estadounidense aseguró que solo había acosado a mujeres de palabra, pero que nunca había realizado tocamientos a una mujer sin su consentimiento. Tras oír por televisión las palabras del presidenciable republicano, una neoyorquina de 74 años sintió que le estaba mintiendo a la cara y decidió relatar su historia al periódico 'The New York Times'.
Según dijo Jessica Leeds, hace tres décadas sufrió un "asalto" de Trump durante un vuelo de negocios. La entonces empresaria tuvo que "escapar" a la cola del avión unos 45 minutos después del despegue porque el pasajero que ocupaba la butaca contigua en la cabina de primera clase, Donald Trump, levantó el reposabrazos y empezó a realizarle tocamientos.
Según Leeds, el magnate le manoseó los pechos e intentó meterle la mano por debajo de la falda. "Era como un pulpo", comparó. "Sus manos estaban en todas partes".
Besos "inapropiados" en la Torre Trump
Otro caso de acoso que se dio a conocer recientemente es el que denunció Rachel Crooks, que a mediados de los años 2000 trabajó de recepcionista en una empresa inmobiliaria cuya sede se encontraba en la Torre Trump, en Manhattan. Crooks tenía entonces 22 años y se encontró con el magnate delante de uno de los ascensores del rascacielos.
Después de saludarla dándole la mano, el magnate no se la soltó, sino que la retuvo y la besó primero en las mejillas y luego directamente en la boca. Según comentó al medio, aquel comportamiento fue totalmente inapropiado y la afectada se sintió como si la violaran.
"Muy cerca del centro del trasero"
La tercera mujer, Mindy McGillivray, tenía 23 años y trabajaba como asistenta de fotógrafo en 2003 cuando Donald Trump le manoseó las nalgas sin ningún tipo de consentimiento por su parte. La mujer ha detallado al periódico 'Palm Beach Post': "Me metió la mano muy cerca del centro del trasero. Me tomó por sorpresa, di un salto".
El fotógrafo con el que trabajaba McGillivray, Ken Davidoff, afirma que, aunque no fue testigo presencial de lo sucedido, recuerda que la joven se quejó.
Fuentes del equipo de campaña de Trump han tachado de "absurdas" las acusaciones y han enfatizado que todas estas historias se hacen públicas "décadas después, durante el último mes de campaña", lo cual, según ellos, "ya lo dice todo". También han puesto en duda que "uno de los líderes empresariales más reconocidos del planeta" pudiera protagonizar las agresiones denunciadas.