Quizás como estrategia para combatir su caída en las encuestas, el candidato republicano a la presidencia de los EE.UU., Donald Trump, ha comenzado a plantear la posibilidad de que se produzca un fraude electoral en su contra. Sin ir más lejos, en el último debate presidencial de este miércoles, ante la pregunta del moderador sobre si aceptará el resultado respondió: "Habrá que ver (...) lo mantendré en suspenso".
Ello implica toda una novedad para la política estadounidense. Si bien en otros países regularmente se pueden escuchar denuncias de fraude no sucede lo mismo en la potencia norteamericana. Como recordó el periodista Nicolás Zyssholtz, "incluso en escrutinios tan poco claros como el del año 2000, cuando George W. Bush superó a Al Gore en Florida por apenas 537 votos tras una resolución de la Corte Suprema, el candidato perdedor siempre aceptó la derrota".
Sin embargo, el magnate que rompió con todos los esquemas (empezando por ganar la candidatura en la interna republicana) podría dar una nueva sorpresa.
¿Qué puede pasar?
La periodista Emily Cahn se ha hecho esta pregunta y aventura algunas posibles respuestas. Entre ellas destaca que un rechazo de Trump al resultado de las elecciones podría desencadenar protestas y manifestaciones de parte de sus seguidores.
También plantea la posibilidad de que se genere un aumento de la polarización social y política, lo que traería problemas para que Clinton pueda trabajar en conjunto con los republicanos. A su juicio, se podría ver afectado "el compromiso en las tareas necesarias, tales como pasar leyes de presupuesto para mantener el gobierno abierto y funcionando".
De todas formas, estas posibles consecuencias de tinte político pueden adquirir un carácter muy distinto si Trump va hasta el final con esta decisión. Para ello debería apelar a la Corte Suprema para que intervenga y lleve a cabo un recuento de votos como sucedió en el año 2000.
Rechazo republicano
El partido por el cual se presenta Trump desde hace tiempo que tiene sus cortocircuitos con el magnate. En este sentido, su amenaza de denunciar un fraude electoral motivó las respuesta de diversos dirigentes.
El senador por Arizona Jeff Flake aseguró que "diciendo que podría no aceptar los resultados está más allá de los límites". Por su parte, la senadora por Carolina del Sur Lindsey Graham dijo que tiene "una gran confianza por la democracia y el sistema electoral". Asimismo añadió que si Trump pierde no será culpa del "sistema" sino de que "falló como candidato".
Jugando con fuego
Una inquietud que se extiende por la la población y distintos sectores políticos radica en la posibilidad de que los simpatizantes de Trump protagonicen acciones violentas en caso de ganar Hillary Clinton.
En agosto de este año, el magnate se refirió al derecho a portar armas –que él defiende– y la postura de su adversaria, que plantea regularlo. "Hillary quiere abolir, en esencia abolir la Segunda Enmienda. Y por cierto, si consigue elegir sus jueces, no podréis hacer nada. Aunque probablemente la gente de la Segunda Enmienda sí pueda. No lo sé", admitió. Estas declaraciones fueron interpretadas como un llamado a agredir a la candidata demócrata.
Un mes después, volvió a hacer declaraciones polémicas en defensa de portar armas y contra su rival. "Creo que sus guardaespaldas deberían dejar todas sus armas. Deberían estar desarmados, ¿cierto?", señaló. "Quítenles las armas, ella no quiere armas. Quítenselas y veamos qué le sucede", insistió.
El profesor asociado de Gestión Política en la Universidad George Washington Matt Dallek considera que el candidato del Partido Republicano está haciendo algo muy peligroso y "jugando con fuego". "No hay que excluir la violencia", analizó. En un país donde hay más armas que personas, "solo se necesita a un seguidor de Trump enojado y armado para que haya una tragedia", concluye.