Una instalación secreta nazi fue descubierta recientemente en la región del Ártico durante una expedición científica rusa. En ella se encontraron más de 600 objetos, entre los cuales destacan minas, granadas M-24, proyectiles y cajas con municiones.
La base, de gran importancia estratégica para la Armada del III Reich, ha vuelto a poner de actualidad el interés de Adolf Hitler por el desarrollo de todo tipo de proyectos militares que pudieran aumentar el poderío alemán en el campo de batalla.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los deseos de Adolf Hitler por salir victorioso llevaron a los ingenieros alemanes a elaborar ambiciosos proyectos bélicos muy adelantados para la tecnología de la época.
Entre las armas secretas más destacadas de la Alemania nazi se encontraban aeronaves a reacción, carros de combate y bombas. Algunas nunca llegaron a ver la luz, mientras que otras resultaron un fracaso o no tuvieron la efectividad esperada en el campo de combate.
Al mismo tiempo, algunas de ellas se convirtieron en grandes éxitos de la industria militar alemana y alcanzaron un nivel de sofisticación que les convirtió en precursoras de otras armas que se desarrollarían en el futuro. Estos son algunos ejemplos.
Carro de combate Goliath
Este minitanque teledirigido abrió el camino a las armas controladas a distancia y fue diseñado para atacar carros de combate o fortalezas y destruirse junto a sus objetivos. Llevaba en su interior entre 60 y 100 kilogramos de carga explosiva. Durante la guerra fueron construidas más de 7.000 unidades.
Cazabombardero Horten Ho 229
Diseñado por los hermanos Horten, fue el primer modelo de los llamados aviones furtivos. Su diseño le facilitó volar hasta las costas inglesas sin ser detectado por los radares. Era capaz de portar 900 kilogramos de munición a 15 kilómetros de altura y alcanzar velocidades de hasta 900 kilómetros por hora. Estaba equipado con dos cañones y cohetes aire-aire R4M.
Bomba radioguiada Fritz X
Considerada como la precursora de las actuales bombas inteligentes, esta bomba guiada antibuque, de alrededor de 1.500 kilogramos, podía llegar a perforar hasta 70 centímetros de blindaje de acero. Estaba dotada con un receptor de radio y un sofisticado sistema de control de cola que le permitía ser lanzada desde una altitud de 6 kilómetros.