El caso de un hombre que confesó haber sostenido relaciones sexuales sin protección con más de 100 niñas y mujeres, a sabiendas de ser portador del VIH, llegó hasta los tribunales de Malaui. A pesar del gran escándalo que su caso provocó en el país africano, no será condenado por estas acciones, ya que durante el juicio no compareció ningún testigo, informó la BBC.
Las confesiones a la prensa de Eric Aniva, bautizado como "el hombre hiena de Malaui", levantaron tal polvareda en la opinión pública, asegura la nota, que "incluso el presidente del país, Peter Mucharika, ordenó su arresto para enjuiciarlo por deshonrar a decenas de jovencitas".
Convocado el juicio, "ninguna adolescente testificó en su contra", razón por la cual se espera que esta misma semana sea conocido un veredicto, pero no por estas acciones, sino por otra acusación a las que se enfrenta.
Aniva será juzgado por "una práctica cultural perjudicial", cargo que se estipula en la sección 5 del Acta de Equidad de Género de Malaui: "mantener relaciones sexuales con viudas".
¿Solo hay un culpable?
En Malaui, un país sin salida al mar ubicado en el sureste de África, mucha gente se pregunta "por qué solo un hombre está siendo procesado judicialmente por una costumbre en la que están envueltas comunidades enteras".
Eric Aniva es una "hiena", apodo que reciben los trabajadores sexuales de esta nación africana. Declaró haber sido "contratado por los familiares de las jovencitas, de incluso 12 años, para ser parte de una ceremonia de iniciación sexual".
El ritual de iniciación sexual es procurado por los familiares de las niñas, bajo la creencia de con ello "sacuden el polvo de la infancia" y así pueden empezar su vida adulta.
Indica el reporte de la BBC que estos rituales tuvieron que ser modificados por ley "debido a la epidemia del VIH" en el país.