"Este pueblo está harto de la violencia", dijo este jueves el líder de las FARC, Timoleón Jiménez, desde las tablas del Teatro Colón en Bogotá. Ese hartazgo ha movido la rúbrica de un segundo acuerdo de paz.
Para el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, lograr el fin de la guerra es una materia pendiente. Pese a haber ganado el premio Nobel de la paz, el mandatario casi pierde -con el fracaso del plebiscito de octubre pasado- el largo camino de negociaciones emprendidas hace cuatro años en La Habana, Cuba: "Había empezado a desmoronarse el cese al fuego, no podíamos dilatar un momento más la implementación", sostuvo hoy.
Pero no todos están contentos. Aunque el gobierno de Santos aseguró que había incorporado buena parte de las propuestas hechas por los sectores que votaron por el "no" en el plebiscito, sus adversarios políticos consideraron que el nuevo pacto sólo está "maquillado".
¿Qué cartas se juega el presidente colombiano para garantizar que esta vez sí sea el fin definitivo de la guerra?
Sin segundo plebiscito
Hay un segundo acuerdo pero no una segunda consulta. Para molestia del uribismo (oposición), que reclamó refrendar el nuevo pacto mediante el voto popular, en esta oportunidad será el Congreso quien tenga la responsabilidad de validar o no la implementación del documento, bajo la tutela de la Corte Constitucional.
Daniel Duque, dirigente estudiantil de Paz a la Calle, capítulo Antioquia, quien estuvo en el acto de firma del acuerdo, defendió el hecho de que sea un órgano legislativo el que se encargue de refrendarlo: "Cuando Álvaro Uribe fue presidente de la República, aprobó la Ley de Justicia y Paz (proceso de desmovilización paramilitar) por un Congreso que, segun la justicia, tenía un 40% de sus integrantes vinculados al paramilitarismo. ¿Si ese Congreso fue legítimo, por qué no lo sería este?", dijo a RT.
Santos argumentó este jueves que el pueblo estaba representado a través del Congreso y, por tanto, éste estaba facultado para debatir los temas de interés nacional: "Y la paz es el más importante de los asuntos de la Nación", agregó.
Puntos clave
- Entre los principales puntos modificados en el nuevo acuerdo están los vinculados a la reparación de las víctimas, puesto que las FARC estarán obligadas a entregar y reportar todos sus bienes para compensar materialmente a los afectados del conflicto, así como a entregar toda la información vinculada a actividades ilícitas como el narcotráfico.
- Este nuevo acuerdo, al que Santos calificó de "mejor", tampoco será parte de la Constitución, y la llamada Jurisdicción Especial de Paz sólo funcionará por un lapso de diez años y los jueces de los tribunales de paz serán colombianos, no extranjeros, y tendrán idénticas atribuciones a los magistrados de las cortes, precisa Telesur.
- El documento también detalla los términos de la llamada "restricción efectiva de libertad", que es una especie de pena alternativa a la prisión, que se cumplirá en un espacio no mayor a una cuadra o vereda. De igual forma, se establecen mecanismos -tras la presión de los sectores empresariales- para evitar la "presión fiscal" mientras se implementan las medidas del posconflicto. Según estimaciones hechas a principios de este año, la primera década después de la firma de la paz podría costarle a Colombia unos 90 billones de pesos.
FARC a la política
El financiamiento a la guerrilla para su incorporación a la política se redujo en 30%. Los miembros del grupo insurgente podrán optar a cargos públicos, lo que fue rechazado de plano por el sector opositor. La demanda del uribismo era impedir que los miembros de las FARC participaran en las arenas democráticas.
Hoy, Santos insistió en la necesidad de avanzar en el desarme de las FARC y su siguiente incorporación a la política. De acuerdo a lo pactado, la dejación de armas ocurrirá noventa días después del denominado "Día D" y en los 150 días posteriores, el arsenal "estará en manos de Naciones Unidas".
"Las FARC como grupo armado habrá dejado de existir", expresó el mandatario frente a un auditorio colmado por políticos, dirigentes sociales y organizaciones estudiantiles. "Demostremos cómo en un mundo polarizado, nosotros (los colombianos) podemos poner al país por encima de los intereses políticos", agregó el Jefe de Estado.
El Presidente @JuanManSantos firmará hoy un documento espurio que llevará al Congreso para montar sobre él un prevaricato colectivo— Andrés Pastrana A (@AndresPastrana_) 24 de noviembre de 2016
Lo que viene
Pero más allá de la firma del acuerdo y su posterior refrendación, para Daniel Duque, el reto es ciudadano: "Lo más importante es lo que viene de aquí en adelante: la implementación y la construcción de la paz, y en eso tenemos una gran responsabilidad", declaró a RT.
El dirigente estudiantil recalcó que la manera más efectiva que tiene la ciudadanía para alzar la voz es mediante la movilización y eso, afirma, quedó claro en días pasados. "Después del 2 de octubre (el triunfo del "No" en el plebiscito) demostramos que la presión funciona, que queríamos la paz, independientemente que hubiéramos votado 'sí' o 'no' en el plebiscito".
La paz, sostiene Duque, entendida como el derecho a manifestar y exigir reivindicaciones sin temor. En ese sentido, recordó que sólo en lo que va de año más de 100 líderes de izquierda han sido asesinados: "Si queremos paz, tenemos que acabar con esta práctica miserable (...), debemos entender que el debate se da sin armas, que debemos convencer con argumentos, rechazar la cultura de la violencia y los homicidios".
Su deseo, adelanta, es que en el próximo debate presidencial ya las FARC no sean el tema medular de los candidatos, como ha ocurrido desde que tiene memoria, sino "que gire en torno a la pobreza extrema, a la desigualdad social, a la educación de calidad, a los servicios públicos para todos. Ese es el gran reto".
Nazareth Balbás