Eduardo Cruz es un joyero mexicano que con su peculiar pasatiempo ha derretido el corazón de muchos rusos. Este perseverante joven se ha dedicado durante meses a recuperar condecoraciones de héroes soviéticos que combatieron contra los nazis en la Gran Guerra Patria, el periodo de la Segunda Guerra Mundial que contó con la participación de la URSS.
Cruz dedica su tiempo libre a comprar en subastas en línea y casas de empeño de todo el mundo condecoraciones de la época de esa guerra, que se saldó con 27 millones de muertos del bando soviético. Posteriormente lleva a cabo una investigación para identificar a sus propietarios y finalmente devuelve las medallas a las familias de los veteranos en un acto de pura generosidad.
Pero Cruz no trabaja solo. Cuenta con la ayuda de "algunos amigos con base en Ucrania, Nicaragua, Argentina, México y EE.UU." que le facilitaron la tarea de encontrar las medallas en casas de empeño y en subastas de Internet. "Posteriormente, compañeros nos apoyaron desde Rusia con la búsqueda del número de serie que se encuentra detrás de cada una de las estrellas para poder hacérselas llegar a sus familiares", detalla.
Hijo de un heroico piloto
Román Kazántsev es una de los afortunados a los que Cruz devolvió la distinción de su heroico padre. Kazántsev relata que su padre era "especialista en vuelos en condiciones difíciles en regiones polares". Aristarj Kazántsev fue condecorado por su valiosa participación en el campo de batalla, ya que cumplió con todas las misiones que le encomendaron. Pero con la muerte de Aristarj, las condecoraciones, los archivos y algunas fotografías también desaparecieron.
Veinticuatro años después, desde el otro lado del mundo, concretamente de la ciudad de Guadalajara, se encontró una de las posesiones más preciadas de los Kazántsev. Con la ayuda de las redes sociales, Cruz realizó un minucioso trabajo de investigación que concluyó cuando, varios meses después, logró contactar con Román en Moscú.
"Fue sorprendente, yo estaba nervioso y preocupado y hasta las manos me temblaban, yo pensé: 'Qué interesante es el destino de esta orden, esta insignia hizo un viaje por todo el mundo'", recuerda Román su experiencia al recibir la distinción de su padre.
El mexicano asevera que siente "alegría" por ser capaz de "preservar este legado para futuras generaciones" y, como explicación del motivo de sus actos, cita un dicho: "Hay más felicidad en dar que en recibir".