Arapongas y São Manoel do Paraná, en el estado de Paraná, fueron las dos últimas ciudades brasileñas -llegando así a 72 en todo el país- en prohibir la extracción de gas mediante el método de fracturación hidráulica, conocido como fracking.
A diferencia de lo que pasó en otros distritos, el dato relevante es que, en este caso, la decisión de no aceptar este tipo de explotación no convencional se tomó de forma preventiva, antes de que el gobierno federal decidiera poner su subsuelo a disposición de las distintas empresas del sector.
Estas resoluciones de los municipios son, en parte, "el resultado de los debates, conferencias, seminarios y audiencias públicas que la campaña No Fracking Brasil ha llevado a cabo en los últimos tres años en diversas regiones" del gigante sudamericano, señala el portal del movimiento ambientalista 350.org.
Nicole Figueiredo de Oliveira, líder del equipo de Latinoamérica de 350.org, declaró que "es importante hacer ver a los empresarios del fracking que la gente no va a aceptar pasivamente la destrucción provocada por la industria de los combustibles fósiles".
Figueiredo señaló que "vamos a continuar empoderando a las comunidades locales para que resistan a esta ofensiva gubernamental", y explicó que exigirán a los funcionarios públicos "que inviertan en proyectos de energía renovable, en lugar de seguir expandiendo la extracción de hidrocarburos, a fin de que podamos tener un futuro sostenible y seguro".
La Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil (ANP) comenzó en el año 2013 a realizar "subastas" entre distintas empresas para desarrollar la extracción de hidrocarburos por fracking. Desde entonces se han realizado concesiones en 15 Estados.
¿Qué es el fracking?
Este método de extracción de hidrocarburos, conocido como fracturación hidráulica o fracking, es una técnica que permite extraer el llamado gas de esquisto, un tipo de hidrocarburo no convencional que se encuentra en capas de roca a gran profundidad. Tras realizar una perforación, se inyectan a alta presión grandes cantidades de agua de forma horizontal, con aditivos químicos y arena, para fracturar la roca y liberar el gas.
Según indica la organización argentina especializada Observatorio Petrolero Sur, las sustancias utilizadas con esta técnica son "tóxicas y cancerígenas". "Además de contaminar el agua en la superficie, volver el suelo infértil y contaminar el aire", explican, la fractura hidráulica también "afecta a la capa freática y a los acuíferos, así como a la salud de personas y animales".
Esta técnica ha sido "relacionada con la ocurrencia de terremotos y libera gas metano que contribuye al cambio climático, al tener 86 veces más potencial como gas de efecto invernadero que el CO2", concluyen.