Muchas personas habrán vivido esta historia: la chispa ha desaparecido, la rutina se ha apoderado de su relación sentimental y su pareja ha dejado de gustarle... pero permanecen juntos, indiferentes e infelices. ¿Cuál es el motivo? Un estudio publicado en la revista 'Current Psychology' podría haber encontrado la respuesta.
La investigación, que corrió a cargo de la Universidad del Miño (Braga, Portugal), involucró a casi 1.000 personas, a quienes se les pidió que imaginaran que vivían un matrimonio sin amor. Los participantes fueron divididos en cuatro grupos y a cada colectivo le presentaron escenarios ligeramente diferentes:
- Las personas del primer grupo debían imaginar que tenían un matrimonio infeliz desde hacía 10 años: estos eran los sujetos de control.
- Los integrantes del segundo colectivo tenían que pensar que estaban casados desde hacía un año.
- Los terceros habrían comprado una casa juntos, por lo que también tenían un vínculo financiero.
- Quienes estaban en la cuarta agrupación habían hecho un gran esfuerzo para salvar su hipotético matrimonio.
Los resultados revelaron que el 35 % de las personas que habrían invertido dinero o esfuerzo en el matrimonio afirmaron que seguirían con su cónyuge, un porcentaje que disminuía hasta el 25 % en los grupos de parejas ficticias que habían estado unidas durante un año y en el de control.
Estos especialistas denominaron a esa regularidad 'efecto de costo hundido': si alguien tiene la sensación de que romper una relación significa echar por la borda el tiempo y dinero invertidos, prefiere mantenerla.