La era de austeridad llegó a Brasil. Este martes, pese a las pujas de la minoritaria oposición, el senado aprobó una enmienda que lanza un hachazo a la inversión social.
Con 53 votos a favor y seis en contra, el gobierno de Michel Temer logró la aprobación de un "techo" anual al presupuesto que el Estado asigna a áreas como la salud, la educación y la seguridad social para los próximos 20 años. ¿Qué consecuencias podría traer esa decisión para la golpeada economía del gigante suramericano?
Salario mínimo en riesgo
Mientras transcurría el debate en el senado, la fracción del PT -partido de Rousseff- intentó introducir una cláusula que garantizara que el salario mínimo no se vería afectado por el recorte. Sin embargo, no se agregó.
"Este límite del proyecto no se trata de salario mínimo", argumentó el presidente del Senado, Renan Calheiros (PMDB-AL), para bloquear la medida. El fracaso de la maniobra del PT deja abierta la posibilidad de que el congelamiento del gasto público también afecte los sueldos de la clase trabajadora.
La enmienda aprobada este martes, que tiene carácter constitucional, fue calificada como un "crimen de lesa patria" por la izquierda, refiere W Radio. Mientras, los conservadores que defendieron el polémico recorte: "No tiene más espacio el discurso bolivariano en esta causa", dijo el senador Ronaldo Caiado, citado por O Globo.
Gasto sujeto a inflación
Según el texto aprobado por el Senado y que será votado este jueves en el Congreso, el techo de gastos sólo se ampliará para cubrir el hueco que deje la inflación del año anterior. Ni un centavo más.
La razón que esgrime Temer para defender el plan de austeridad es que busca el equilibrio de las cuentas públicas. Según refiere el diario La Información, Brasil tiene un déficit fiscal de unos 48.000 millones de dólares; pero la izquierda responde que ese hueco en las finanzas públicas no se puede tapar con el sacrificio de los más pobres.
Rechazo popular
Antes de que Senado diera luz verde al proyecto, las protestas contra la aprobación se sintieron en las calles de Brasil. Ciudadanos de varias ciudades salieron a manifestar por considerar que el plan de dos décadas de austeridad vulnera sus derechos, y que Temer -quien no llegó al poder por voto popular- no tiene autoridad para empujar una enmienda constitucional.
Una encuesta realizada por Folha de Sao Paulo, divulgada el domingo, reveló que más de 60% de los brasileros rechaza la aprobación del recorte. No es la primera vez que el país suramericano enfrenta un déficit fiscal, la diferencia es que en los gobiernos del PT la solución para saldarlo se buscó por la vía de los tributos, nunca mediante una política de austeridad.
Revisión en diez años
La enmienda constitucional de dos décadas sólo podrá ser revisada dentro de diez años, y los ajustes serán posibles una vez por cada mandato presidencial.
Fátima Bezerra, del PT, consideró que el ajustado corset del plan de recortes demuestra que el Gobierno "solo quiere revocar por 20 años las inversiones para los más pobres, pero sin proponer un techo para pagarle la deuda a los banqueros".
La medida entrará en vigencia a partir de 2017. En el primer año, el presupuesto de salud y educación provendrán de recaudación de impuestos y asignación directa. Pero luego, sus cuentas pasarán por el mismo filo de ajuste de inflación que el resto de los sectores.
¿Y qué pasará si alguien irrespeta el "techo"? Pues se le prohibirá elevar los gastos obligatorios al año siguiente, es decir, todo lo que concierne a salarios, programas de capacitación, licitaciones y concesión de incentivos fiscales.
Nazareth Balbás