Violados por los dueños e invitados: El terrible secreto de los niños bailarines afganos

La extrema pobreza del país favorece que explotadores sexuales se aprovechen de los adolescentes más desamparados. Un informe denunciando la situación ha traído un rayo de esperanza para estos niños.

La extrema pobreza de Afganistán ha propiciado que el fenómeno de los 'bacha bazi' haya proliferado en los últimos 15 años. Se trata de un tipo de esclavitud sexual que afecta a varones prepúberes. Los niños son presas fáciles de hombres que merodean las calles en busca de chicos guapos y pobres a los que embaucar con promesas de educación y trabajo.

Una vez que están bajo el poder de los explotadores, las promesas se convierten en humo: se les enseña a bailar y se les obliga a actuar en 'fiestas' vestidos con ropa de mujer y maquillados delante de hombres maduros.

Cuando termina la velada, empieza el verdadero horror. Los chicos, que son violados habitualmente por sus dueños, pasan de mano en mano entre los invitados y sufren toda clase de abusos sexuales.

La Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC, por sus siglas en inglés) publicó en 2014 una investigación, dirigida por la activista afgana Soraya Sobhrang, en la que se traza un perfil de las víctimas y de los criminales.

En cualquier otro país esto sería considerado pedofilia, pero en Afganistán, los violadores, señores de la guerra o importantes hombres de negocios, están protegidos, ya que la policía no se atreve a investigarlos.

Esta práctica no es un fenómeno nuevo en el país, sino que se trata de una antigua costumbre. Durante el régimen talibán se llegó a abolir casi por completo, pero la caída de los fundamentalistas supuso la vuelta de los 'bacha bazi'. El grado de aceptación llegó hasta tal punto que la misma policía asiste a los bailes y vitorean a los niños como el resto de los hombres presentes.

Las víctimas están completamente desamparadas

Durante la investigación, Sobhrang intentó cuantificar el número de adolescentes que padecen esta tortura, algo difícil de calcular porque "nadie quiere hablar del tema". Es tan grande el estigma social que supone, que las víctimas que consiguen escapar lo ocultan: "si se quieren casar, nadie puede saberlo. Ninguna familia quiere dar sus hijas a alguien así", explica la activista.

Algunos de los pocos testimonios encontrados afirman que quieren escapar, pero se dan cuenta de que están atrapados y no pueden huir a ningún sitio, ya que sus familias y la sociedad reniegan de ellos. Muchos de los adolescentes acaban enganchados a las drogas y al alcohol, y en cuanto crecen y ya no son solicitados para bailar, corren el peligro de pasar de ser víctimas a convertirse en verdugos y empezar explotar a otros niños.

El impacto que ha tenido este estudio en la sociedad afgana ha sido muy grande y ha traído un rayo de esperanza. Los ministerios de Justicia y Religión se han puesto manos a la obra y se está desarrollando una ley que contempla el caso concreto de los 'bacha bazi', lo que permitirá a la policía realizar los primeros arrestos.