¿Comprar o no comprar? Ésa es la cuestión, cuando se trata de viviendas. Y una cuestión compleja. Al menos en España, donde por un lado existe una idea culturalmente bien arraigada de la posesión de un inmueble como inversión segura y hasta símbolo de estatus, y por otro lado la última crisis financiera, a raíz precisamente del pinchazo de una enorme burbuja inmobiliaria, ha cuestionado esa seguridad de la vivienda como inversión.
A principios del siglo XXI, a nivel global, en un escenario económico en que los inmuebles no dejaban de subir, invertir en una propiedad de este tipo parecía una buena idea, pero ni antes ni después de ese momento, en realidad, las casas han sido el destino preferido del dinero de los inversores expertos. Lo explica así el estadounidense Robert Shiller, que obtuvo el Premio Nobel de Economía en 2013, en una entrevista algo más reciente: "Las casas tradicionalmente no han sido vistas como una buena inversión. Hace falta mantenerlas, se deprecian, pasan de moda. Todo eso son problemas". En la misma entrevista explica que las inversiones inmobiliarias son mucho menos rentables de lo que pensamos, y el estallido de la burbuja en países como España es una buena muestra de ello.
Una historia equivocada
Otros ilustres expertos, como el controvertido inversor James Altucher, también consideran que comprar una casa es hoy en día es en realidad un error. En un interesante artículo al respecto publicado en 'El Confidencial', se explica que Altuchar cree "las posesiones inmobiliarias se revalorizan mucho menos de lo que pensamos (un 0,2% al año durante el último siglo) y, por el camino, nos hemos visto obligados a gastar una gran cantidad de dinero en impuestos, seguros, reformas y otros conceptos más allá de la propia hipoteca". A este mismo respecto, Shiller comenta en la misma línea que "el pensamiento humano se construye alrededor de historias, y la historia que ha sostenido el boom inmobiliario es que las casas son como las acciones".
Este fragmento del reportaje de 'El Confidencial' resulta ilustrativo al respecto: "Todas las inversiones deben tener en cuenta su seguridad respecto a la de las alternativas, y un bien inmueble es un producto muy arriesgado. Para empezar, porque implica invertir una gran cantidad de dinero en un solo concepto –cuando los grandes inversores recomiendan diversificar para minimizar el riesgo– y porque, incluso en caso de que se destine al alquiler, es difícil recuperar el dinero". Además, Altucher advierte: "Los precios solo se disparan en breves períodos, pero por lo general, vuelven a caer poco después".
David Romero