Este mes se cumplen 15 años desde que en Argentina estallase la crisis del 2001, conocida como 'el Argentinazo' y que cambiaría por completo el rumbo del país. Nuestro corresponsal Ricardo Romero analizó el antes y el después de aquellas jornadas que reflejaron el agotamiento de una forma de gobernar.
El fracaso de un modelo económico
La crisis de aquel 19 y 20 de diciembre fue la consecuencia de una serie de medidas tomadas por el gobierno de Fernando De la Rúa que llevaron a confiscar los depósitos bancarios y a limitar las extracciones en las terminales automáticas. Esto precipitó el fracaso de un modelo de economía dolarizada de principios de la década de 1990 y potenció una revuelta popular en Buenos Aires y otras ciudades del país.
Al respecto, Walter Isaia, autor del libro '2001. Relatos de la crisis que cambió a la Argentina', asegura que aquello marcó el "quiebre del orden neoliberal establecido hasta ese momento". Por su parte, Raúl Dellatorre, periodista económico, afirma que el fenómeno hizo que Argentina "se descolocara absolutamente" y provocara mayor desempleo y un endeudamiento explosivo que "estalló" en todo el sistema financiero.
El pueblo se levanta
En los días previos, se registraron saqueos a supermercados y todas las clases sociales de Argentina sufrieron en mayor o menor medida una pérdida del poder adquisitivo, comenzaron las protestas y fue declarado el estado de sitio. "La gente respondió saliendo a la calle, un desafío claro a la autoridad del Gobierno", expresa un ciudadano argentino que aún recuerda lo sucedido.
Dolorosas consecuencias
La respuesta de la Policía Federal a las concentraciones en las calles fue feroz. De acuerdo a las investigaciones de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional argentina (CORREPI), 38 personas murieron, nueve de ellas menores de edad. Pese a que ocho policías y un exsecretario de Estado fueron condenados por los homicidios, ninguno se encuentra actualmente en la cárcel.
La consecuencia política fue la renuncia del presidente De la Rúa y la sucesión de cuatro jefes de Estado. La consecuencia social es el recuerdo en todos los rincones del país de 48 horas que terminaron con una gestión de gobierno pero principalmente significó para el país el final de un modelo liberal y el nacimiento de una nueva forma de manifestación popular.