El teniente general Christopher Bogdan, quien encabeza en el Pentágono la oficina encargada del desarrollo y compra del avión de combate polivalente F-35 Lightning II, descartó que el programa esté "fuera del control", tal y como insinuó el pasado 12 de diciembre el presidente electo de EE.UU. Donald Trump.
Sin embargo, el responsable admite que existen algunos problemas y se ha producido una estimación errónea de los riesgos y del presupuesto, tanto por parte del fabricante, la compañía Lockheed Martin, como del propio Departamento de Defensa de Estados Unidos.
A su juicio, el Pentágono fue "demasiado optimista respecto al riesgo técnico en la construcción de este caza de vanguardia". "Pusimos unos plazos y unos presupuestos poco realistas", reconoció a la agencia Bloomberg. "Y cuando nos topamos con problemas, no los gestionamos muy bien".
Bogdan definió como "retraso menor" los problemas de los vuelos de prueba. Esta fase del desarrollo podría terminar, en su opinión, para el febrero de 2018, mientras que en el programa inicial establecieron septiembre de 2017 como plazo límite.
Estas pruebas añadirán al presupuesto inicial 532 millones de dólares adicionales. No obstante, afirmó que "desde el año 2011 hemos estado básicamente dentro de los plazos y de los marcos del presupuesto".
Entre otros problemas, el general destacó los retrasos con el software. De los tres puntos débiles de los sistemas de armamento del avión furtivo, denunciados este año por el jefe de pruebas del Pentágono, Michael Gilmore, dos ya tienen la "capacidad de combate inicial", según Bogdan. Estos tres problemas se localizaron en los sistemas de combate, en la precisión de las armas y en el cañón aire-tierra.
Por otro lado, los recursos financieros que faltan podrían encontrarse redistribuyendo los fondos disponibles, sostiene el teniente general.