"Al igual que decenas de otros voluntarios que se dedican a misiones humanitarias, nunca sé a ciencia cierta si volveremos con vida, porque la guerra es un infierno en la Tierra; y sé muy bien de qué hablo. Sin embargo, estamos seguros de que la bondad, la compasión y la misericordia funcionan mejor que cualquier arma".
Esas fueron las palabras que pronunció durante una ceremonia de condecoración en el Kremlin el pasado 8 de diciembre la filántropa y médico profesional Yelizaveta Glinka, conocida en Rusia como 'Doctora Liza'. Glinka era una de los 83 pasajeros que se encontraban a bordo del avión Tu-154 del Ministerio de Defensa ruso que este domingo se ha estrellado cerca de la costa este del mar Negro.
Su viudo, Gleb Glinka, y el portavoz del ministerio han confirmado la muerte de la doctora en la catástrofe aérea. El discurso pronunciado a principios de mes deja claro que Yelizaveta Glinka no descartaba la posibilidad de que el trabajo benéfico y humanitario al que dedicó las últimas décadas de su vida tuviera un desenlace trágico. Según informó RT, viajaba con regularidad a puntos de tensión como el este de Ucrania y la zona del conflicto en Siria.