Robert Marchand un francés de 105 años de edad, se convirtió en el hombre más longevo en pedalear durante una hora en un velódromo recorriendo 22,547 kilómetros, informa 'Le Monde'.
Sobre la pista del velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines, situado a 34 kilómetros de la ciudad de París, donde ya batió su propio récord hace dos años atrás, al recorrer 26,927 km, entonces para la categoría de mayores de 100 años, ha vuelto a hacer historia.
Y aunque confiaba en poder recorrer 23 o 24 kilómetros en una hora, finalmente logró poco más de 22 kilómetros. "Si hago 30 (kilómetros) dirán que estaba dopado", bromeó Marchand en declaraciones a la prensa.
Consultado sobre su secreto dijo que solo se fija en "no pasar de las 110 pulsaciones por minuto" y su única 'poción mágica' "es tomar un poco de miel antes" de subir a la bicicleta.
"Un tipo normal"
Luego de culminar el recorrido, indicó que "no soy un fenómeno ni un campeón, soy un tipo normal".
Un "tipo normal" que vivió dos Guerras Mundiales, vio entrar a las tropas alemanas en su ciudad natal de Amiens hacia 1914; ha visto pasar a 16 presidentes de la República francesa, integró la Resistencia, fue encarcelado por negarse a ser profesor de los hijos de los colaboradores nazis, logró un campeonato de gimnasia en Francia, fue bombero en la capital francesa, leñador en Canadá y criador de pollos en Venezuela.
Sobre sus condiciones físicas, tras batir el récord precisó: "No lo he pasado mal por las piernas, sino con los brazos, porque tengo reumatismo".
El secreto: mucha fruta y legumbres
Con 20 años de edad Robert Marchand practicó ciclismo, pero el responsable del club en el que militaba le dijo que su estatura (1,58 metros) le impediría "llegar lejos", y entonces abandonó.
Volvió a pedalear cuando cumplió 86 años y participó en su primera carrera de largo recorrido.
En el 2012 estableció el récord de velocidad de 100 kilómetros para centenarios, al recorrer dicha distancia en 4:17:27.
¿El secreto? "Toda mi vida he hecho deporte, he comido mucha fruta y legumbres, no tomo demasiado café, nada de cigarrillos, y poco alcohol".
No sigue ningún régimen, solo come carne una vez a la semana, pero porque prefiere el pescado. Cada mañana hace estiramientos en casa, tiene un entrenador personal y sale con los cicloturistas de Mitry, localidad en la que reside.
Este hombre centenario vive solo, hace sus compras, cocina sus alimentos y prácticamente no depende de nadie.
Uno de sus amigos dice que Marchand tiene "la cabeza en perfectas condiciones y su único achaque es que tiene dificultades de audición" y agrega: "Este hombre nos va a enterrar a todos".