Una nueva investigación ha descubierto que una estrella destruida por la poderosa gravedad de un agujero negro supermasivo puede renacer en forma de enormes bolas de gas de tamaño planetario que luego se catapultan a través de la Vía Láctea a velocidades de 32 millones de kilómetros por hora.
Tras desarrollar un código informático especial, un equipo de investigadores del Centro Smithsoniano de Astrofísica de Harvard, liderado por Eden Girma, ha descubierto que estas bolas cósmicas podrían llegar a unos pocos cientos de años luz de la Tierra, pero en su mayoría son expulsados de nuestra galaxia debido a sus altas velocidades.
El coautor del estudio James Guillochon, por su parte, señala que es probable que el mismo proceso tenga lugar en la mayoría de las galaxias que contienen agujeros negros gigantes. "Otras galaxias como Andrómeda disparan estas bolas hacia nosotros todo el tiempo", dijo.
Pero si bien estos objetos parecen planetas, pues su masa está a medio camino entre la de Neptuno y varias veces la de Júpiter, su formación es mucho más rápida que la de un planeta, unos cuerpos que tardan millones de años en completarse. El agujero negro solo necesita un día para destruir la estrella, y los fragmentos de esta tardan solo un año en combinarse para renacer como bolas de gas.
Sin embargo, su viaje a la Tierra no es tan rápido, ya que tarda un millón de años, estiman los científicos.