Donald Trump llevaba menos de 24 horas en el poder y ya había manifestaciones multitudinarias en su contra. No sólo en Washington, no sólo en Estados Unidos, sino en ciudades de todo el mundo. Miles de mujeres marcharon contra el machismo mostrado por el nuevo presidente y en general contra un gobierno que consideran retrógrado, irrespetuoso con los derechos de las mujeres y peligroso para las libertades en general. Su protesta ha retumbado por todo el mundo; alentada por artistas e intelectuales ha logrado emocionar y captar la atención del público; el hashtag #womensmarch permaneció como trending topic en Twitter a lo largo de este fin de semana, y los medios de comunicación de todo el mundo han reseñado y analizado este movimiento que parece recoger un sentir claro y espontáneo frente a la toma de poder de Donald Trump.
Sin embargo, hay una sombra de duda que se extiende, precisamente, sobre el carácter "espontáneo" de este movimiento. Se trata de algo que pocos medios de comunicación han investigado o mencionado, y que en cambio la ex reportera del Wall Street Journal, Asra Nomani, descubrió y se atrevió a publicar en un artículo: al menos 50 de los movimientos organizadores de la marcha tienen vínculos con el multimillonario George Soros.
George Soros está considerado como uno de los especuladores más exitosos del mundo. Fue también uno de los principales soportes financieros de la campaña de la candidata demócrata Hillary Clinton, a la que donó decenas de millones de dólares. También, con una supuesta aunque muy discutida motivación filantrópica, financia numerosas ONG a lo largo y ancho del mundo, muchas de las cuales han apoyado intensos procesos subversivos en varios países. Numerosos analistas, por cierto, señalan que Soros podría ser uno de los artífices en la sombra de las denominadas 'revoluciones de colores' en Europa Oriental. Sin ir más lejos, no tuvo problema en reconocer que en 2014 estableció en Ucrania una organización no gubernamental que contribuyó efectivamente al derrocamiento del gobierno legítimo. Son acciones como éstas las que fundamentan las sospechas de que Soros podría estar intentando ejercer una vez más su poderosa influencia, ahora para debilitar el gobierno de Donald Trump. Además, hay otros elementos que justifican esa sospecha.
¿Por qué apoya Soros a estas organizaciones?
Uno de ellos es un documento, sencillo y revelador al mismo tiempo: la lista de todas las organizaciones de derechos humanos que son patrocinadas por Soros y que marcharon este sábado en contra de Donald Trump, elaborada por la propia periodista Asra Nomani. Son diversas en nombres, tamaños y motivaciones, pero tienen en común su oposición ideológica al nuevo gobierno de los Estados Unidos y el soporte financiero de Georges Soros. Entre ellas está la organización MoveOn, por ejemplo, una organización abiertamente favorable a Hillary Clinton, que cuenta con el generoso patricinio de Soros y que ya en noviembre alentó la fuerte ola 'anti-Trump' y llamó en su página web a "levantarse y luchar por los ideales estadounidenses".
Los motivos para protestar contra el discurso sexista, machista y misógino de Donald Trump son muchos y son ciertamente indiscutibles: las actitudes y las declaraciones machistas de Donald Trump han sido numerosas y empañaron gravemente su imagen durante toda la campaña. Sin embargo, el respaldo de Soros a los movimientos de protesta podría tener implicaciones menos relacionadas con la sensibilidad social, y tal vez estar revestido de un interés más financiero. En otras palabras ¿podría estar George Soros aprovechando la sensibilidad feminista o la lucha por los valores democráticos para magnificar una presión social que le ayudase a derrocar el gobierno de Trump en favor de los demócratas, en los que invirtió generosamente?
Incongruencias llamativas
Muchas de las asociaciones participantes, como la mencionada MoveOn, que apoyaron al partido demócrata y que ahora claman contra el machismo de Donald Trump, parecen no mostrar la misma sensibilidad, según algunas voces críticas, con las "mujeres de Siria, Libia o Yemen", en alusión a los turbias gestiones realizadas por el entonces Secretario de Estado, John Kerry, que incluyen al Estado Islámico en Siria...y genéricamente a las relaciones de Estados Unidos con regímenes en los que las mujeres están sometidas a una lacerante desigualdad.
Este señor fue responsable junto a Obama y Hillary de graves violaciones de derechos de las mujeres de Siria, Libia, YemenLe aplaudían pic.twitter.com/FCq6wS6JCS— AlOtroLadodelMuro (@_ju1_) 22 de enero de 2017
Este tipo de incongruencia alimenta entre los sectores más excépticos -y también, por supuesto, entre los sectores más próximos a Trump- la sospecha de que se está utilizando el feminismo como un arma de combate político, y de la existencia de importantes poderes que desde sus instancias más o menos discretas están alentando este tipo de protestas para desgastar al recién inaugurado gobierno.