México: habitantes de Tierra Blanca se inconforman contra 'muro antiinmigrante' que cruza su ciudad

RT entrevista a la directora de un albergue que apoya a afectados por el muro que la empresa Ferrosur construyó contra migrantes que abordan el tren conocido como 'La Bestia'.

Un muro de tres metros que cruza el municipio Tierra Blanca, en el estado costero mexicano de Veracruz (a más de 700 kilómetros de la frontera con Guatemala), ha causado inconformidad en los habitantes de lugar.

La empresa Ferrosur, parte del gran corporativo de Grupo México, edificó esa infraestructura a lo largo de las vías por las que transcurre 'La Bestia', el tren que los migrantes abordan su tránsito por México.

RT entrevistó a la hermana Elizabeth Rangel, directora del albergue Decanal Guadalupano —un espacio que recibe a migrantes en esa localidad desde hace más de 10 años—, quien describe la situación de quienes viajan rumbo a EE.UU., de la poblaciones donde se instalan muros y del espíritu que les inspira a ser solidarios a pesar de las barreras.

RT: ¿Qué los inspiró a ayudar a los migrantes que cruzan por Tierra Blanca?

ER: Estos esfuerzos comenzaron en 2003. En Tierra Blanca confluye el flujo de Tenosique (Tabasco), Tapachula (Chiapas) e Ixtepec (Oaxaca), que atraviesa la ciudad. Frente a las vías hay una parroquia. Al principio, era un lugar de paso, pero después la gente se quedó cada vez más tiempo; de repente, había muchos migrantes que esperaban allí. Se dio una respuesta mediante el Evangelio: ayudar al necesitado. Las personas comenzaron  a llevar agua y comida. Continúo la situación y los viajeros empezaron a quedarse por las noches y salían al siguiente día.

Al salir de misa, los fieles se preguntaban "¿Cómo se puede ayudar a estos hermanos?". Así, se formó un grupo y la organización rebasó lo espontáneo. Las personas se acercaron con el párroco de ese tiempo y consiguieron un local dónde los migrantes podían entrar a bañarse, pero se sobrepasó por la necesidad y ya se tenían que quedar a dormir, en 2004.

La casa era pequeña y muchos se quedaban alrededor en la banqueta. La Policía y los servicios de migración realizaron una represión muy fuerte en la calle en dos o tres ocasiones, esto indignó a la comunidad y hubo un altercado. Se pensó en cómo dar una respuesta más adecuada a las necesidades y se consultó al obispo quien, con los sacerdotes de la región, planeó construir un albergue más cerca de las vías.

En 2010 se terminó de poner en pie. Los muchachos saltaban y estaban enfrente de la puerta. Era muy fácil, la gente se organizó y colaboraron y el alberge se hizo más formal. Se le puso un nombre: Decanal Guadalupano, porque es responsabilidad de todas las parroquias y de la diócesis.

RT: ¿Cómo recibe a los migrantes la población de Tierra Blanca?

ER: En general, en el medio popular, son bien vistos y aceptados. Se les ve como personas que tienen derecho a buscar una mejor condición de vida.

Nosotras llegamos en 2010, antes estábamos en el albergue de Nuevo Laredo (Tamaulipas). La comunidad de Tierra Blanca siempre está atenta sobre cómo ayudar a los migrantes. Ahora el lugar, por el personal y el cansancio, tiene un horario; por ello, la gente todavía lleva sándwiches a las vías. Hay  tres rutas que llegan aquí y así salen, no tenemos una hora fija del tren.

Otra realidad es que los migrantes tienen temor: existen grupos delincuenciales en las vías y, por ese motivo, quieren salir rápido del territorio. Hay esas dos realidades: la gente que los acoje y la delincuencia que los agrede.

Además, después de Plan Frontera Sur —una política del Gobierno federal que trata de ordenar la migración en México— se acentuaron los operativos en Tierra Blanca.

RT: ¿Ese plan ha causado un perjuicio para los migrantes?

ER: Se supone que su objetivo es proteger a integridad cuando, realmente, hace lo contrario: policías, retenes, el trabajo de los agentes de migración es 'asegurarlos': yo digo que es detenerlos.

RT: ¿Quién decidió levantar el muro que hay en Tierra Blanca y por qué motivos?

ER: De repente, comenzó a nacer la barda. Nadie sabía qué pasaba. Se dice que es Ferrosur —empresa ligada al corporativo Grupo México— quien la inicia. Dicen que está en su territorio y que es para proteger sus intereses en el tren. La gente no estaba al corriente, se dice que fue uno de los presidentes quien dio la autorización, primero inició donde nosotros estamos y tardó en continuar, pero ya cruza toda Tierra Blanca.

Hace seis meses hubo protestas por parte de los vecinos; algunos iban a quedar encerrados por la barda y empezaron a movilizarse, a pedir que se les dejará un espacio para entrar y salir. Nosotras dijimos que no era justo, que tenía que haber otra manera. Al principio, pusieron la barda frente al albergue y luego se extendió. Nadie ha podido a hacer nada para que se detenga.

Yo no sé exactamente, porque ya prácticamente cruzó toda la ciudad de Tierra Blanca. Es un problema no solo para migrantes, sino también para la comunidad, aunque nadie ha logrado hacer nada. Dicen que Ferrosur está en su derecho, pero nunca realizan el mantenimiento de los cruces, los lugares están en pésimas condiciones.

RT: ¿Ha visto una disminución en el flujo de migrantes?

ER: Al final del año se mantuvo. Tenemos una estadística de entradas y comidas: el mes más alto fue mayo, con 839 personas y 3.783 comidas, mientras que el más bajo fue diciembre, con 327 personas y 1.210 comidas. Antes no había menores y este año tenemos 508. Ahora muchos no toman el tren, sino que hacen sus trayectos caminando por la vía.

RT: ¿Qué peligros representa este muro para los migrantes que pasan por Tierra Blanca?

ER: No pueden saltar del tren en cualquier lugar y, con la alta velocidad, pueden rebotar en la barda. Por culpa de los grupos delincuenciales el lugar se ha vuelto una ratonera: no tienen para dónde correr. Además, cuando las autoridades hacen operativos también hay peligro, mientras que la vigilancia privada del tren, los llamados 'garroteros', los extorsiona y roba.

Se trata de una barda bastante alta que algunos logran brincar, pero se lastiman con el alambre y caen a bastante altura. Prácticamente, están acorralados.

RT: ¿Qué opina de la propuesta de Donald Trump de construir un gran muro en la frontera con México?

ER: Lo que impulsa al ser humano son los sueños y la necesidad de una vida mejor. Ya hemos visto que han caído muros, que son una respuesta a un temor infundado. Por la historia sabemos que no nos ayudan, sino que hacen más difícil el camino hacia la solidaridad y el encuentro con el otro.

La realidad es que los muros son para las personas, pero no para las mercancías, y los sueños siempre van a cruzar cualquier frontera, porque los muros caen. Lo que es para siempre es el deseo de vivir y de tener una vida mejor. Las migraciones siempre han existido para enriquecernos mutuamente, mientras que los muros nos empobrecen, porque nos quedamos encerados en nuestra realidad. En la Sagrada Escritura, los muros caen al son de las trompetas.

Mientras los gobiernos no cambien el modelo económico, la gente tendrá necesidad de migrar. Si no hay salida a esto, será más difícil para los hermanos.

RT: ¿Y qué se puede hacer con esta realidad?

Por ejemplo, nosotros somos espacios como las ciudades santuario: eso nos invita a ser presencia solidaria en el camino ante esta realidad de personas que pierden la vida, caen en pantanos, llegan con los pies desechos; por ello, tendremos que seguir siendo conscientes de que somos hermanos.

Al-Dabi Olvera