La central nuclear de Fukushima I, accidentada a causa del tsunami que azotó Japón en 2011, vuelve a estar en el centro de la atención y preocupación internacional.
Tokio activó la alarma en el país la semana pasada tras descubrir el origen del repentino aumento del nivel de radiación en la zona de la instalación nuclear: un agujero de unos dos metros de diámetro en el reactor 'Número dos' que ha provocado una fuga, informa 'The Japan Times'.
La brecha fue descubierta por investigadores de TEPCO, la empresa constructora y gestora de la central, que en su informe más reciente sobre la situación de Fukushima I explican que la fuga se encuentra en una rejilla metálica por debajo y dentro del recipiente de presión del reactor.
La brecha fue descubierta gracias a un brazo mecánico con una cámara que grabó esta zona, prácticamente inaccesible, del interior del reactor. El agujero habría sido provocado por una de las fugas de combustible nuclear fundido que afectó a la central y que afectó directamente al recipiente. Dichos restos de combustible fueron localizados en torno al agujero.
Desde el accidente provocado por el tsunami de 2011, el nivel más alto de radiación alcanzó los 73 sieverts por hora, una cantidad ya de por sí muy peligrosa, ya que sólo 8 sieverts pueden resultar fatales para un ser humano. Esta cifra ha batido todos los récords hasta la fecha en los últimos días hasta llegar a los alarmantes 530 sieverts por hora.
Los niveles de radiación registrados son ahora tan altos que hasta las máquinas más avanzadas nos lo pueden soportar y quedan destruidas tras apenas dos horas de exposición. Por este motivo, mientras se investiga el alcance total de la fuga radiactiva, Japón está estudiando un plan de contención y desmantelamiento total de la central.