La localidad húngara de Ásotthalom puede tener muchos encantos, pero sin duda, la hospitalidad no parece su mejor virtud. Especialmente si se trata de refugiados, homosexuales o musulmanes. De hecho, oficialmente, todo el que no sea blanco y cristiano no será bienvenido en el pueblo. Así lo han hecho público sus autoridades, su propio alcalde en concreto, el obviamente ultranacionalista Laszlo Toroczkai.
"No quisiéramos atraer a musulmanes a nuestra aldea", dijo este alcalde recientemente a la BBC, explicando que "es muy importante para la aldea preservar sus tradiciones. Si un gran número de musulmanes llegara aquí, no serían capaces de integrarse a la comunidad cristiana". En cambio, tal como dijo a continuación, sí están dispuestos a dar la bienvenida "a gente de otros países de Europa occidental, personas que no quieren vivir en una sociedad multicultural". En este mismo sentido, afirmó que "Me gustaría que Europa pertenezca a los europeos, que Asia pertenezca a los asiáticos y África a los africanos. Así de simple".
Victoria electoral aplastante
Hace poco más de tres años la arrolladora victoria que obtuvo como candidato a la alcaldía, con más del 70% de los votos, llamó la atención de la prensa internacional. Por aquel entonces, en su campaña electoral prometía hacer frente a las mafias locales, estabilizar el presupuesto y promover una democracia participativa donde toda decisión sería tomada en consenso con los habitantes de Ásotthalom. Sin embargo, también quería promover la inversión local y extranjera para reactivar su economía, con la cooperación de Turquía, Rusia y Croacia.
Un poco más tarde, volvió a alcanzar notoriedad internacional por publicar un amenazante video casero para disuadir a los potenciales refugiados de acceder a su aldea. "Hungría es una elección mala, Asotthalom aún peor", les comunicaba en el video, compuesto por imágenes de efectivos patrullando en motocicletas, camionetas, helicópteros e incluso caballos, todo acompañado por una música pretendidamente épica.
Actualmente, puede verse un cartel en Ásotthalom con una triple prohibición: Ni mezquitas, ni indumentarias islámicas, ni parejas homosexuales, todo ello bajo el lema "¡Ásotthalom defiende sus tradiciones!". En el mundo del 'Brexit' y del 'America first", esta pequeña aldea húngara, orgullosamente cerrada en si misma y ferozmente hostil a visitantes no deseados, constituye un núcleo pequeño pero significativo de una de las derivas ideológicas que están marcando el devenir político y social del siglo XXI.