En enero de este año la 26.ª Fiscalía Provincial Penal de Lima, Perú, resolvió -tal como señaló RPP Noticias- archivar una causa judicial en la que distintas personas denunciaban abusos sexuales por parte de miembros de la congregación Sodalicio de Vida Cristiana (SVC). La Justicia peruana argumentó que los crímenes denunciados -se hubieran cometido o no- habían prescrito y que los denunciantes eran mayores de edad y plenamente conscientes al momento de ingresar a esta sociedad apostólica, por lo cual también descartó la acusación de secuestro.
Sin embargo fue la propia SVC que encomendó una investigación interna encabezada por Ian Elliot, especialista irlandés en asistencia a víctimas, Kathleen McChesney, exnúmero tres del FBI, y Monica Applewhite, experta en prevención de abusos, ambas estadounidenses. La información recogida -que incluyó más de 200 testimonios- fue dada a conocer esta semana y, como expresa el portal InfoCatólica, confirma la denuncia original asegurando que al menos 36 personas sufrieron abusos por parte de miembros de la institución entre 1975 y 2000. Sobre ese total 19 eran menores de edad.
El actual superior de la SVC, Alessandro Moroni, sostuvo que entre los acusados por la investigación interna está el fundador de la congregación, el peruano Luis Fernando Figari. También el fallecido Germán Doig, así como Virgilio Levaggi y Jeffrey Daniels, estos dos últimos ya retirados de la sociedad apostólica. Además fueron imputados por la propia congregación miembros actuales de los cuales todavía se desconocen sus nombres, aunque se ha mencionado a Jaime Baertl, Óscar Tokumura y Eduardo Regal.
El caso y la reacción del Vaticano
Los presuntos abusos en la SVC se dieron a conocer en 2015 con la publicación del libro 'Mitad monjes, mitad soldados', de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz. Fue entonces que José Enrique Escardó, Martín López de Romaña, Vicente López de Romaña, Óscar Osterling y el propio Salinas se presentaron como querellantes en una causa judicial denunciando estos hechos.
Sin embargo, además de la respuesta de la Justicia peruana que consistió en descartar la denuncia también generó indignación la reacción del Vaticano. La semana pasada la Santa Sede resolvió, según el diario peruano 'La República', que Figari tiene prohibido volver al Perú y fue confinado a una casa de retiro espiritual en Roma (donde se encuentra viviendo hace varios años). No obstante, de acuerdo con 'El Espectador', no fue expulsado de la organización por su carácter de "mediador de un carisma de origen divino".
Esta resolución pareció más destinada a sacar el tema de las portadas de los medios de comunicación que a darles una resolución efectiva a las víctimas. Salinas fue uno de los primeros en manifestar su indignación.
Ni tolerancia cero ni reforma eclesial. El Vaticano sigue apapachando y arropando a sus pederastas. Exilio dorado para Figari. Así estamos.— Pedro Salinas (@chapatucombi) 11 de febrero de 2017
Para el autor del libro que desató estas denuncias el informe de SVC busca lavar su imagen rápidamente ya que, según su opinión, siguen actuando de la misma forma. "El nuevo número uno, Alessandro Moroni, tiene ocho casos documentados de violencia física", declaró el escritor en el mencionado artículo de 'El Espectador', y aseguró que dará más información en un próximo libro.
Moroni, citado por InfoCatólica, dijo que los abusos fueron cometidos en "un pasado distante", lo que "no los hace menos graves, pero sí difíciles de probar de manera irrefutable".
La historia del Sodalicio de Vida Cristiana
Esta congregación fue fundada en 1971 en Perú por Luis Figari. Con el correr de los años se expandió a otros países como Colombia, Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Costa Rica, Ecuador e Italia.
De acuerdo con los medios de comunicación mencionados, su principal fuente de reclutamiento eran adolescentes de colegios privados de clase alta a los que se llevaba a vivir en comunidad como 'soldados de Cristo'. En la denuncia original, los querellantes sostienen que en realidad se trataba de una organización de fachada para cometer secuestro y abusos físicos y sexuales.
En los años 90 el Vaticano dio reconocimiento oficial a SVC e incluso el papa Juan Pablo II se reunió con Figari.