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Los niños de las FARC: El conflicto de la desmovilización de menores en Colombia

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Una vez firmado el acuerdo de paz, los retos para el posconflicto se han multiplicado. Sin embargo, un costado permanece en el limbo: la situación de las niñas, niños y adolescentes que fueron recultados por la guerrilla. ¿Qué pasará con ellos?
Los niños de las FARC: El conflicto de la desmovilización de menores en Colombia

La cifra es todavía un misterio. Según la Fiscalía, desde 1974 hasta 2014, la FARC recultaron a más de 11.000 menores de 18 años. Pero hoy no sabe cuántos quedan en sus filas.

El proceso de desmovilización de la guerrilla empezó luego del acuerdo firmado entre las FARC y el gobierno colombiano, pero de la cantidad de los niñas, niños y adolescentes (NNA) que formaban parte del grupo insurgente no se han proporcionado datos precisos.

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Fiscalía y organizaciones no gubernamentales estiman que en los últimos 17 años, alrededor de 3.600 niños se desincorporaron de las filas de las FARC. Hace una semana, el grupo dijo que entregaría a unos 50 menores de edad para que cumplan su proceso de reintegración a la vida civil: "Pero la mayoría saldrán por la puerta de atrás", advierte a RT Andrea Salazar, quien ha trabajado desde hace siete años con desmovilizados de los distintos actores armados en Colombia, desde una comisión de la presidencia.

De acuerdo a un estudio realizado por la Dirección Nacional de Análisis y Contextos, citado por la revista Semana, 67% de los menores captados por las FARC son varones y 33% hembras, que en su mayoría tiene edades que oscilan entre los 11 y 17 años. Las formas más comunes de enrolamiento son a través de la persuasión (47%), el reclutamiento forzado (30%) y el engaño (23%).

Reclutamiento forzado

Salazar participó desde la fase exploratoria en las negociaciones entre el gobierno y las FARC, mucho antes de que se instalara la mesa de diálogo: "lo que se buscaron fueron algunos puntos de común y cuando ya se formalizaron las conversaciones, se plantearon los escenarios de movilización masiva, entendiendo las dinámicas propias de ese grupo para lograr su reintegración".

Pero el nodo más complicado de la desmovilización está en la infancia. "Todo reclutamiento de menores de edad es forzoso, quiere decir que son víctimas y el proceso es distinto para que ocurra el restablecimiento de sus derechos". Eso explica, en parte, el recelo que ha tenido el grupo guerrillero de facilitar las estadísticas de niños, niñas y adolescentes que están bajo su mando. El gobierno tampoco las maneja o, si las tiene, no las divulga.

Desde las organizaciones e instituciones encargadas de velar por los NNA, el panorama es todavía menos alentador: "Identificar a estas personas para darles el tratamiento indicado es altamente complejo. Se hacen trabajos con las comunidades, se implementan estrategias de información comunitaria, pero si te soy honesta, no creo que se entreguen todos los menores. Es un reto enrome en un conflicto como el colombiano".

Para la activista social, los términos del acuerdo con respecto al destino de los NNA "debieron haber sido más riguroso y más claros, porque aún no hay certeza de cuántos estaban en combate". Sin embargo, el pacto ya está en marcha y se estima que para mediados de este año se desincorporen todos los miembros del grupo insurgente.

Proceso lento

Aunque la desmovilización se concrete en pocos meses, el proceso de reintegración no será automático: "Nuestra experiencia ha dicho que se requieren entre dos y siete años por persona para que se logre un apego real a la sociedad. Es el procedimiento de acompañamiento más completo que hay en el mundo, pero el contexto es muy complejo porque el camino a la paz se inició en medio del conflicto, no después".

"En la medida en que el conflicto siga activo -explica Salazar- habrá mucha desconfianza en los actores armados porque, históricamente, la mayoría de sus víctimas han sido población civil. Esa estigmatización es la que dificulta las cosas porque limita, por ejemplo, las posibilidades de que los desmovilizados tengan acceso a un empleo. Así, la reintegración nunca es completa y deja abierto el riesgo de que ingresen a nuevas formas de violencia".

De acuerdo a lo pactado, los niños jóvenes mayores de 15 años involucrados en crímenes se someterán a la jurisdicción especial de paz, y el resto entrará en "el programa integral especial de reintegración, reparación integral e inclusión social de niños, niñas y adolescentes que salgan de los campamentos de las FARC", explicó la guerrilla el año pasado. Los últimos no podrán ser declarados con responsabilidad penal.

Polémica nacional

La situación de los niños no ha escapado de la crítica. Sectores de la política colombiana han fustigado al gobierno de Santos por considerar que ha sido endeble con las FARC en lo que respecta a la desvinculación de los menores de 18 años de sus filas.

Sin embargo, semanas atrás el grupo guerrillero aceptó efectuar un protocolo de entrega de los NNA que se hará en diez sitios cercanos a las zonas de desarme de las FARC. En ese proceso, el ICBF se encargará del restablecimiento de los derechos y beneficios de los infantes, refiere el diario El Tiempo.

Los reproches a las FARC llegaron incluso desde el equipo que logró el acuerdo en La Habana: "No pueden seguir tomando el pelo con el tema de los menores (...) La guerrilla tiene que entender que entró en una fase distinta y que eso implica responsabilidad", reclamó el jefe negociador Humberto De La Calle. Por su parte, el expresidente de Colombia y actual senador, Álvaro Uribe, propuso aplazar las votaciones sobre la jurisdicción de paz "hasta que (se) entreguen los niños secuestrados".

La condena al congolés Thomas Lubanga por el reclutamiento de niños menores de 15 años, en 2012, persiste como argumento de los detractores de las FARC para exigir que los jefes de la guerrilla sean condenados ante la Corte Penal Internacional (CPI). Pero el acuerdo es otro.

Para Salazar, el respeto a lo pactado es medular para que la paz alcanzada sea duradera. No obstante, la oposición al presidente Juan Manuel Santos ha llegado a prometer que darán vuelta atrás a los acuerdos alcanzados con las FARC si ganan los comicios de 2018, por eso, la elección se perfila como la primera gran prueba de resistencia que enfrentará la paz. 

"De cara a los siguientes procesos electorales -sostiene Salazar- hay un reto importante: lograr que la semilla que se sembró no se pierda. Es vital que no cambien las reglas de juego, que es una práctica muy colombiana, porque eso, sin duda, puede desembocar en nuevas formas de violencia".

Nazareth Balbás

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