Atraídos por las promesas de paz interior y vida eterna, gentes de todo el mundo acudieron durante años a una comunidad religiosa en Spindale (Carolina del Norte, EE.UU.), una pequeña ciudad al pie de la Cordillera Azul. "Pero muchos se encontraron con algo muy diferente: años de terror en nombre del Señor", escribe el periodista Mitch Weiss en su exclusiva para AP.
Después de una investigación de 18 meses, la agencia ha revelado que muchos fieles de la orden Word of Faith Fellowship fueron "golpeados, estrangulados y lanzados contra puertas y paredes en unos violentos rituales que supuestamente purificaban a los pecadores y expulsaban al diablo". Varios exmiembros entrevistados aseguraron que incluso algunos de ellos fueron violados.
"A los niños les pegaban puñetazos en la cara"
Las víctimas de estas brutales golpizas iban desde niños hasta adultos, dándose casos incluso de violencia contra bebés. "Vi a mucha gente que fue maltratada a lo largo de los años. Niños a los que pegaban puñetazos en la cara y llamaban satanistas", cuenta Katherine Fetachu, de 27 años, quien pasó casi 17 años en la iglesia.
La hermandad practicaba una técnica llamada 'voladura', que consistía en gritarle cosas a uno de sus miembros, a veces durante horas, con la creencia de que eso espantaría a los espíritus malignos. Rick Cooper, de 61 años, quien pasó más de 20 años en la orden y crió a 9 hijos en esta secta, relata que "para expulsar a los demonios no bastaba con gritarles: había que echarlos a fuerza de golpes".
Además, los entrevistados cuentan que tenían prohibido buscar atención médica fuera de la orden para curar sus lesiones, que incluían cortes, torceduras y fisuras en riñones.
"La iglesia es lo único que tienes"
Word of Faith Fellowship fue fundada en 1979 por Jane Whaley, una exmaestra de matemáticas, y su esposo Sam. Los exmiembros la describen como "una carismática predicadora cristiana" que "manda como una dictadora" y que "a veces era la encargada de castigar a los feligreses".
Bajo su dirección, la secta pasó de tener unos pocos simpatizantes a sumar 750 miembros. Además, la orden tiene otros 2.000 miembros en iglesias de Brasil y Ghana, así como diversas ramas en otros países.
La hermandad cuenta con multitud de estrictas normas que les permiten controlar la vida de sus fieles, decidiendo incluso si se pueden casar o tener hijos o negándoles el contacto con su familia hasta por una década.
"Quedas al margen de todos en el mundo. La iglesia y Jane es lo único que tienes. Crees que ella es una profeta, que se comunica con Dios. No haces nada mientras ella destroza tu familia", recuerda Cooper.
"Está protegido por la Constitución"
A pesar de estar en el punto de mira de la policía desde la década de los noventa, Whaley niega rotundamente que ella o algún otro líder de la iglesia hayan abusado de nadie y sostiene que cualquier acto disciplinario está protegido por la Primera Enmienda a la Constitución de EE.UU., que ampara la libertad de expresión y de culto.
Al mismo tiempo, los entrevistados revelan que la hermandad ha estado obligando durante décadas a sus seguidores a que mintieran cuando eran interrogados. Muchos de ellos dicen no poder superar los malos recuerdos y tener miedo de lo que le pueda pasar a los familiares que siguen dentro de la congregación.