Un estudio revela que "comprar argentino" sale más barato en el extranjero

El diario argentino Clarín realizó recientemente una comparativa de precios entre Buenos Aires y grandes ciudades de países limítrofes como Chile, Uruguay y Brasil. La sorpresa se dio al encontrar que muchos productos hechos en Argentina se podían adquirir a precios más bajos en el extranjero.

La diferencia alcanzó hasta un 37% en productos como el Mantecol -un típico postre argentino-, que se podía comprar a 21,60 pesos argentinos (1,35 dólares) en Santiago de Chile y a 21,35 (1,33 dólares) en Montevideo, mientras que en la capital de Argentina cuesta 33,85, es decir, 2,11 dólares.

Pero también encontraron variaciones considerables en el precio de otros productos. "Siempre al tipo de cambio oficial", aclara el diario argentino, las galletitas Mini Oreo de 50 gramos que en Buenos Aires cuestan 11,10 pesos "detrás de la Cordillera se ven a 7,10 (-36%). El turrón de maní Arcor, en vez de 6,30, cuesta 4,33 (-36%) en Brasil". En el caso de Uruguay, "se venden a 48,30 (-19%) duraznos en almíbar BC que en la Argentina, donde se enlataron, salen a 59,40".

Los lácteos rondan una diferencia del 21% en sus precios y en el caso puntual de Chile, los productos de limpieza "made in Argentina" se encontraron un 24% más baratos.

¿Por qué?

Las explicaciones sobre por qué se da este fenómeno son varias. Desde la perspectiva empresarial -que es la que menciona Clarín- se debe a que "en la Argentina se pagan impuestos y salarios más altos que en los países vecinos". 

Citado por el medio argentino, Juan Vasco Martínez, director ejecutivo de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), aseguró que los supermercados en Chile "tienen la mitad del costo laboral que se paga en la Argentina" y costos logísticos "también inferiores". Además, hizo hincapié en que "la presión impositiva en toda la cadena es dos tercios" inferior. 

En el mismo sentido, desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) plantearon "la necesidad de realizar una reforma tributaria integral que contemple especialmente una reducción del impuesto sobre los Ingresos Brutos".

La entidad, citada por el portal Infocampo, opinó que este es "un tributo que se transformó en uno de los principales factores que explican la mayor presión impositiva que recae sobre las distintas actividades industriales". Además, añadieron que "la pesada carga tributaria y los costos laborales no salariales atentan contra la competitividad de la industria de alimentos y bebidas y, en especial, de las PyMES". 

Al respecto, una de las propuestas que sostienen distintos sectores industriales tiene que ver con el llamado "atraso cambiario". Es decir, el precio del dólar respecto al peso. Desde el sector empresario se propone desde hace tiempo realizar una nueva devaluación para que los costos en dólares se reduzcan. 

Concentración de la comercialización

Sin embargo, para el economista de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Pablo Wahren, el eje de la problemática pasa por otro lado. Para él, estos planteos dan cuenta del "elevado peso que tiene en los precios el costo de distribución y comercialización".

En diálogo con RT, Wahren subrayó que "el mismo bien producido en el mismo país, es decir a los mismos costos, tiene diferentes precios entre países", y explica que esto es producto justamente de "lo que cuesta distribuir y comercializar" los productos.

"Esto plantea la necesidad de abordar inteligentemente estos segmentos de la cadena donde existe un elevado nivel de concentración", opinó. De esta forma, remarcó que los precios más elevados están más ligados al control oligopólico que tienen las pocas empresas que se encargan de la distribución.

En 2016 esto quedó de manifiesto cuando los productores de fruta y verdura protestaron por el bajo precio al que le pagaban sus productos y lo elevado que los mismos se vendían luego en los supermercados, haciendo eje en el abuso de los intermediarios.