"Para el campesino no hay paz": En las zonas rurales de Colombia todavía se siente en peligro
La impunidad sigue siendo uno de los principales cómplices de los numerosos homicidios de campesinos en Colombia que siguen registrándose pese al nuevo acuerdo de paz con las FARC, que se ve de forma radicalmente distinta en el campo, donde las amenazas superan a los beneficios.
Las víctimas de los asesinatos en las zonas rurales son, en su mayoría, líderes sociales y defensores de derechos humanos que mueren a manos de paramilitares o bandas criminales. Sin embargo, los campesinos de a pie se sienten en peligro. "Para el campesino no hay paz. Esto no es paz. Esto del campo no tiene arreglo", se lamenta un residente de la zona rural del país.
En 2016 el conflicto armado entre las FARC y el Gobierno colombiano dejó 4 víctimas, la cifra más baja en las últimas décadas. Sin embargo, este mismo año se han registrado 94 homicidios entre dirigentes rurales, el número más alto desde el inicio de las negociaciones de paz.
Ricardo Alexander, abogado por la defensa de derechos humanos, asegura que "el campesinado es el que más víctimas, más muertos y más desplazados ha sufrido". "Estamos hablando de un genocidio contra el campesinado", subraya.
Adolfo, un líder campesino que lleva años como líder social en su pueblo, asegura que la desigualdad en el campo es la raíz de la violencia en Colombia. Asimismo, admite que exigir los derechos mínimos de la población tiene un coste añadido. "El agua no es potable, la sanidad es mala, la educación es mala. Pero no puedes reclamar nada porque lo tildan de guerrillero", cuenta Adolfo. Y añade: "Lo único que le queda por perder es la vida. Ya no hay más que perder. Se perdió mucho aquí. Un muerto más o un muerto menos, ya está. Se entierra y se acabó".
El municipio Policarpa, en el sur de Colombia, ha sido uno de los que más ha padecido el conflicto. Oficialmente, más del 60% de sus habitantes ha sido víctima de la guerra. Actualmente, y tras el acuerdo de paz, en las calles se ven muchos militares en la zona, algo que, según su alcaldesa, Claudia Ines Cabrera, no pasaba desde hacía mucho tiempo. "El abandono estatal muchas veces es el culpable de la violencia que se vive", admite Cabrera.
Pero, quizá, lo mas grave es que los acuerdos de paz no se contemplan con esperanza, sino con mucha inquietud entre la población rural. Una de las mayores preocupaciones en algunos pueblos es saber quién va a asumir el poder en las zonas que controlaban las FARC. Los campesinos temen que los paramilitares y grupos armados ilegales pueden traer más violencia y caos a la región tras la futura dejación de armas de la guerrilla. Asimismo, los campesinos destacan que es más seguro vivir "callado". Jose, raspador de hoja de coca, subraya que "uno tiene que estar callado" y decir que "no ha visto nada" para "no estar involucrado".