Desconectados: Salen de Internet para volver a entrar en la vida real
De vez en cuando hablan de ellos en los medios, cada vez con más frecuencia. Incluso se refieren a ellos como una nueva "tribu urbana", como si formaran parte de un grupo o movimiento reunido en torno a ciertas modas o actitudes. Es una forma de verlo, aunque en realidad, lo único que tienen en común es una decisión: desconectarse de las redes sociales, limitar el uso de internet al mínimo posible...y sobre todo, recuperar el contacto con la vida real.
ETAPAS DE TWITTER:
— Sℹ♏🅰n🔥 (@Lautisiman) 21 de marzo de 2017
-Crearlo
-Que nos parezca estúpido
-Volver a abrirlo en 2 años
-Ser adicto
-Desperdiciar tu vida aquí...
Las redes sociales no han tardado en revelar su enorme poder adictivo. Según los psicólogos, algunas características de lo que ofrecen las redes sociales, tales como la facilidad para entrar en contacto con otras personas, la capacidad para seleccionar lo que queremos proyectar y construir nuestra propia imagen idealizada, la gratificación instantánea al recibir un feedback positivo o la posibilidad de alcanzar cierta popularidad en el mundo virtual y obtener reconocimiento personal son las claves que explican que muchos usuarios queden atrapados en una adicción de la que muy pocos toman verdadera consciencia.
Muchos de los llamados "desconectados" son personas que en algún momento notaron que, efectivamente, esa adicción al uso de Internet y las redes sociales en concreto estaba oscureciendo y limitando su vida. Vieron el peligro y decidieron parar. "Cuando paso por una terraza y veo a dos personas sentadas la una frente a la otra mirando cada uno su móvil me pongo malo. Estamos perdiendo las conversaciones, las relaciones cara a cara, lo auténtico, lo natural. Nos venden que gracias a las redes sociales estamos cada vez más conectados pero mi sensación es la contraria: creo que nos aíslan, nos hacen cada vez más individualistas". Lo dice David Macián, un cineasta de 36 años, en un reportaje publicado recientemente en el diario español 'El Mundo'. Él decidió desconectarse y tratar de cultivar sus relaciones fuera de las pantallas. "Me conecto lo justo. Consulto lo que me interesa y basta, no pierdo el tiempo saltando de una página web a otra. Además, le doy mucha importancia a la protección de mis datos. Todos sabemos que en internet hay un inmenso negocio con los datos de los usuarios", añade Macián.
Una amenaza para la salud mental
En efecto, las redes sociales tienen una característica paradójica: parece que nos conectan y nos acercan, pero en realidad, a largo plazo, nos alejan y nos aíslan. Y como señala el experto Gustavo Entrala, en un artículo del diario 'ABC', "al usuario le hace sentirse activo mientras realiza una labor de investigación, busca información, responde mensajes, publica mensajes, fotos... aunque, en realidad, no esté haciendo nada útil de verdad". Los desconectados son quienes, habiendo detectado los peligros de acabar enganchados en una vorágine superficial e inútil, han decidido salir y volver a la vida real. Desde luego, razones no faltan.
En 'La gran adicción. Cómo sobrevivir sin internet y no aislarse del mundo', un libro recién publicado, el escritor, artista y doctor en filosofía Enric Punyet relata los casos de varias personas que decidieron desconectarse de la red cuando vieron que no sólo su calidad de vida, sino su propia salud mental, empezaba a verse amenazada. El propio autor tuvo que hacer lo mismo: "Sentía que internet me estaba esclavizando, que era una relación parasitaria que afectaba a mi dinámica familiar".
La irrupción de las redes sociales en nuestra sociedad ha sido una revolución cuyo alcance está aún por determinar. Y como en todas las revoluciones, hay víctimas. Los desconectados no quieren serlo...y quienes seguimos conectados, deberíamos al menos tomar precauciones, estar alerta. Asuntos tan centrales como la calidad de nuestras relaciones, el desarrollo de nuestros hijos o genéricamente el tipo de sociedad que estamos creando están más determinados de lo que creemos por el uso que hacemos de Internet y de las redes sociales. Eso ya basta para plantearse la desconexión...o al menos para limitar la conexión hasta niveles verdaderamente sanos.