A lo largo de muchos años se creía que las repúblicas premodernas, como la Atenas clásica o la Venecia medieval, eran un fenómeno exclusivamente europeo, mientras que en las sociedades no occidentales predominaba un modelo autoritario con gobernantes despóticos. Sin embargo, al otro lado del océano, en la América precolombiana, también existían sociedades democráticas.
Los arqueólogos han descubierto en México que en la ciudad de Tlaxcallan, construida alrededor del año 1250, había una civilización colectiva en la que los gobernantes compartían su poder y estaban al servicio del pueblo, indica la revista 'Science'.
La ciudad, que se ubicaba cerca de la actual Tlaxcala, capital del estado del mismo nombre, contaba con un senado, en el que alrededor de 100 personas tomaban decisiones clave en las esferas militar y económica.
Cómo se formaba a los gobernantes
Para convertirse en miembros del senado, los candidatos tenían que someterse a unas duras pruebas que fueron descritas por un sacerdote español que visitó Tlaxcallan en el siglo XVI. Los que aspiraban a formar parte de la vida política de Tlaxcallan solían ser guerreros y primero tenían que afrontar desnudos en medio de una plaza los golpes e insultos de la multitud.
Si pasaban a la segunda fase, permanecían hasta dos años en un templo, donde bajo la tutela de los sacerdotes aprendían el código moral y legal de la ciudad. Esta instrucción no era un camino de rosas: pasaban hambre, se hacían cortes en el cuerpo durante sangrientos rituales y recibían latigazos si se quedaban dormidos en las clases. Después, les llegaba la recompensa. Al salir del templo, eran reconocidos como senadores.
¿Quién vivía en Tlaxcallan?
En Tlaxcallan convivían representantes de diferentes grupos étnicos, muchos de los cuales habían huido de la dominación mexica. La ciudad los acogía a condición de que se comprometieran a defenderla. Los mejores guerreros, independientemente de su origen étnico, tenían la oportunidad de llegar a formar parte del senado.
La vida en las sociedades colectivas
Pese a que las sociedades colectivas no pueden considerarse del todo democráticas, ya que la gente no votaba, eran muy distintas a las sociedades autocráticas. En las sociedades basadas en este modelo, la economía se apoyaba en los impuestos y, en teoría, cualquier persona podía entrar en el poder.
Los arqueólogos señalan que los espacios públicos predominaban sobre los ostentosos palacios, se hacía hincapié en la producción local en vez de en el comercio y las importaciones y afirman que la brecha entre las élites y la gente común era mucho más reducida que en las demás civilizaciones de la época.