La depresión...¿qué es exactamente?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la depresión es un trastorno mental frecuente, y según sus estimaciones afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Se calcula que una de cada seis personas sufre a lo largo de su vida algún episodio depresivo. El reciente 'Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo', elaborado por la firma danesa Lundbeck, señala además que en la mayoría de los casos (86%) las personas que sufran depresión estarán en edad laboral. Y como la enfermedad puede hacerse crónica o recurrente, se estima también que el 10% de los afectados sufrirá esta enfermedad una vez al año, con una duración media de casi 36 días por episodio. Si lo enfocamos en términos de coste económico, el dato es impactante: el coste anual de la depresión en la Unión Europea es de unos 92 billones de euros.
Es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas. Además, las personas con depresión suelen presentar varios de los siguientes síntomas:
- pérdida de energía,
- cambios en el apetito,
- necesidad de dormir más o menos de lo normal,
- ansiedad,
- disminución de la concentración,
- indecisión,
- inquietud,
- sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza
- en ocasiones pueden aparecer pensamientos de autolesión o suicidio.
En la actualidad, la depresión es una de las tres primeras causas de discapacidad en mundo, y según la OMS, en 2030 se convertirá en la primera causa. El aumento de esta incidencia en Europa se debe a varios factores: el incremento de la edad media en la población, el nivel de estrés que afecta de manera creciente a la sociedad (especialmente en contextos de crisis económica) y al aumento de consumo de sustancias tóxicas y fármacos.
Depresión y absentismo laboral en España
La depresión afecta en España al 4-5% de la población, y se ha estimado que provoca una discapacidad funcional completa de 47 días al año de promedio y una discapacidad funcional parcial de 60 días al año.
Según datos de la aseguradora Asepeyo, los problemas psiquiátricos, entre los que se encuadra la depresión, son la segunda causa de absentismo laboral del país, representando el 11% de las bajas, tan sólo por detrás de las patologías de la columna lumbar (13%).
"En España, una de cada 10 bajas laborales por incapacidad se deben a este problema", ha señalado Miquel Roca, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM), en declaraciones recogidas por el diario 'El Mundo', en cuyo artículo también puede leerse que "se estima que la depresión representa el 3,8% del total de años de vida ajustados por discapacidad para la población europea. En España, esta estimación es del 4,33%".
Depresión + miedo al despido = nuevo problema: el "presentismo"
El absentismo laboral no es el único problema generado por el impacto de la depresión en la población trabajadora. Hay otro problema, en apariencia paradójico pero en realidad muy fácil de entender: se trata del presentismo. Es cuando un trabajador, generalmente por miedo al despido, sigue acudiendo a su puesto de trabajo aunque esté enfermo. Es habitual en casos de depresión (ya que habitualmente no implica un impedimento físico demasiado paralizante) y a su vez, es uno de los factores que impiden el correcto restablecimiento de la salud.
Un artículo al respecto del diario español 'Cinco Días' recoge los comentarios del profesor Jerónimo Sáiz, jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, que confirma que "ha aumentado el presentismo; es decir, el número de personas que trabajan por miedo a pedir la baja y que, evidentemente, no desempeñan su función como si estuviesen sanos". El contexto concreto de la crisis económica española, marcado por el aumento de la inestabilidad y la precarización del mercado laboral, favorece este fenómeno.
Las empresas enfrentan un problema obvio: un trabajador deprimido rinde mucho peor que un trabajador sano, y la disminución de su productividad contribuye a que su empresa sufra pérdidas que pueden ser globalmente muy considerables. Al ser un fenómeno extendido socialmente, la problemática pasa a ser de orden macroeconómico. Por si fuera poco, el profesor Sáiz ilustra la profunda complejidad del problema, recordando que "al presentismo ocasionado por la precarización del trabajo se le suma el estigma que rodea a toda la enfermedad, un prejuicio que lleva a hacer creer al enfermo que él tiene la culpa de su situación".
La depresión como coartada o como estrategia legal
Es cierto que existe un prejuicio sobre la baja médica por depresión. El hecho de que algunas personas recurran a ese tipo baja como coartada (a veces falsa) para no trabajar o para forzar despidos en sus empresas ha alimentado y extendido la sospecha de que la persona que no acude al trabajo por ese motivo puede en realidad estar fingiendo o exagerando su enfermedad. A ese prejuicio concreto se suma un estigma social más amplio, arraigado en la cultura española: una especie de falta de sensibilidad que asocia la depresión con algún tipo de debilidad personal, de pusilanimidad o de falta de voluntad. En pocas palabras, la depresión nunca deja de estar bajo sospecha, por unos motivos u otros.
El abogado laboralista Ignacio Solsona ilustra en la página web de su empresa, Laboroteca.com, una faceta controvertida de esta realidad: "Aunque no existen datos estadísticos, es sabido que las opciones más socorridas por quienes quieren simular una enfermedad (para no trabajar), son la depresión y la ansiedad, puesto que son enfermedades graves de difícil diagnóstico y realmente el médico no puede saber a ciencia cierta si el paciente miente".
"A veces se utiliza como medida de presión"
En RT hemos querido hablar directamente con este abogado, y nos ha explicado que "no se puede generalizar, pero sí que es cierto que muchas veces se fuerza la baja, y a veces incluso se utiliza como medida de presión contra la empresa; por ejemplo cuando un trabajador se encuentra en situaciones irregulares o de explotación laboral. Esto, por ejemplo, puede obligar al empresario a reconocer que está incumpliendo sus obligaciones, y a rescindir el contrato de trabajo abonando la correspondiente indemnización al empleado".
Según su experiencia "normalmente, cuando un trabajador coge una baja por depresión es porque está sometido a una situación irregular que resulta psicológicamente agotadora. Y también habrá un porcentaje, claro, que corresponda a trabajadores que simplemente están cansados de su trabajo, con el llamado síndrome de 'burn-out', porque están ya 'quemados'. Si me preguntan cuál es ese porcentaje, yo no sabría responder".
En el caso de la depresión y de los trastornos por ansiedad, el examen médico no puede ejercer un control totalmente efectivo contra las posibles simulaciones. "El problema es que no existe un medidor de depresión, ni un medidor de ansiedad -explica Solsona-. No se puede poner un aparato al paciente y determinar si tiene tal grado de depresión; el médico conoce los síntomas y suele dar la baja por precaución, antes de encontrarse posiblemente con una situación más grave: hay que tener en cuenta que la depresión y la ansiedad pueden derivar en suicidios... y un médico por lo general no se la juega". El dato que el abogado aporta a continuación es revelador: "Entre todos mis clientes, hay unos 20 al año que llegan siendo víctimas de explotación laboral. Cuando se les recomienda que acudan a su médico a solicitar la baja, el 100% la obtiene sin problemas".
Todo lo expuesto confirma que la depresión, con su durísima realidad patológica y su difícil diagnóstico médico; con el estigma social y las sospechas que pesan sobre ella; en un mercado laboral marcado por la precariedad y la inestabilidad, va a seguir siendo un problema complejo con múltiples implicaciones humanas, económicas, legales y sociales. Es una realidad oscura cuya observación, sin embargo, arroja una interesante luz sobre el funcionamiento de nuestra sociedad en sus diversas facetas.
David Romero