Ni horarios ni jerarquías: La empresa española que opta por la felicidad de los trabajadores
En esta empresa no se contrata a la gente por su currículum. No hay un horario fijo que cumplir ni ninguna escala jerárquica. Además, la filosofía de trabajo es diferente a la que acostumbran a defender los grandes empresarios. Aquí, las ventas y los beneficios son importantes, pero no es lo único: la felicidad de los trabajadores es fundamental.
Meritxell Costa, de 33 años, sería descrita en el mundo de los negocios como una empresaria de éxito. Hace once años dejó un puesto fijo como periodista en una emisora de radio para crear una empresa de marketing y comunicación en Girona (Cataluña) que lleva su mismo nombre, Txell Costa. Además, imparte conferencias y clases en varias universidades. Conocida en las redes sociales por sus vídeos desenfadados en los que ofrece consejos sobre emprendimiento, su filosofía de empresa (o más bien de vida) ha quedado recogida en el libro 'Working Happy', en el que explica la importancia de conseguir un ambiente feliz en el trabajo.
RT: ¿Cómo llegas a desarrollar esta filosofía de empresa donde la felicidad de los trabajadores importa?
M.C.: Yo tenía un trabajo fijo que dejé para emprender y tenía muy claro lo que no quería. Yo quería más libertad, no tanta presencialidad y no tanto trabajo por horarios, sino por objetivos. Es decir, cree la empresa que yo quería para mí. Y a medida que se iba sumando gente al equipo se iba aprovechando de esta filosofía, que al final es cómo me hubiera gustado a mí trabajar en este sitio.
RT: ¿Es verdad que no contratas a la gente por su currículum?
M.C.: Sí, es verdad. Pero sí hay lo que podríamos denominar un currículum emocional, porque hay un patrón común entre todos los colaboradores. Son gente con mucha iniciativa, que se responsabiliza mucho, que sienten la empresa como suya y, aunque ellos propiamente quizás no sean empresarios, tienen este espíritu emprendedor.
La mayoría de ellos son alumnos míos. Así es como ficho gente. A mí no me importa el currículum. Es que el currículum dice muy poquitas cosas de nosotros. Cuenta lo que hemos estudiado, pero el título no dice si vamos a saber resolver un problema en la empresa. En el currículum, la parte emocional no cuenta nada. Entonces, yo prefiero gente que emocionalmente sea potente y que si hay un problema con un cliente sepan resolverlo. Y si tienen que aprender algo, ya lo aprenderán dentro de la empresa. Pero el ADN emocional es otra cosa.
RT: ¿Y qué horarios tienen los trabajadores?
M.C.: Solo tiene horario la persona que trabaja en atención al cliente, las demás trabajan por objetivos; es decir, tienen fecha de entrega y ya está. Una vez a la semana sí que nos reunimos de forma presencial para repasar todo y, a partir de aquí, te organizas como tú quieras. Si tienes críos o están enfermos y necesitas trabajar de noche, por ejemplo, no pasa nada.
RT: Entonces, ¿fijas objetivos y cada uno se organiza como quiera?
M.C.: Sí, hay plazos de entrega como, por ejemplo, entrega de una web, entrega de unos textos, entrega de un diseño. Pero ellos eligen si quieren venir o no. Hay gente que dice que prefiere ir a trabajar a la empresa, porque así se fijan una rutina, y otros que no. Es como cuando estudias online, tú te marcas tu disciplina y tu rutina.
RT: ¿Y funciona?
M.C.: Por supuesto que sí. La mayoría de nosotros no tenemos nómina y, aún así, hay gente que lleva muchísimos años con nosotros. La nómina te da una falsa sensación de seguridad, y al final cualquier día te echan y además acabas quemado. En cambio, lo que estamos ofreciendo nosotros es más calidad de vida, mucho empoderamiento y un sitio donde la gente se siente valorada. Al final, cuando estás satisfecho y estás más motivado, eres más productivo y hay menos bajas. Es que para que te hagas una idea, las comidas de empresa las hacemos en domingo porque quieren los trabajadores, y mañana, por ejemplo, nos vamos todos de concierto. Realmente hay una unión, es más que trabajo.
La mayoría somos autónomos porque procedemos de un ámbito que es muy creativo y que además es la manera también de crear sinergías. Por ejemplo, el fotógrafo llega y te comenta que tiene un cliente que pide que le hagamos la web, pues ese cliente se pasa por la empresa. Y también es la forma en la que los trabajadores cobran más, porque todos hacen ventas y, por tanto, todos se pueden llevar comisión.
RT: Pero, ¿en algún momento habrás tenido algún problema con alguno de los trabajadores?
M.C.: Sí, claro, la perfección no existe. Pero es gente muy madura. Al ser la mayoría autónomos hablamos el mismo código. Había un chico en el equipo que un día me dijo: 'Meritxell quiero volar y quiero irme a nivel internacional'. Pues ningún problema, yo no soy nadie para cortarle las alas. Ahora está en Londres y me pide consejo laboral. Para mí es una pasada, yo quiero eso, y que cuando vuelva, lo haga si él quiere.
RT: ¿Es posible tener liderazgo o autoridad como jefe con este buen rollo?
M.C.: No es autoridad, yo creo que es más admiración. Hay admiración mutua porque yo aprendo mucho de ellos. Hay una parte de enamoramiento, es como una relación de pareja. Yo les tengo que inspirar con mi ejemplo, con mi trabajo, con mi día a día y con una vida coherente con lo que predico. Si yo contara esto públicamente y después dentro fuera una 'capulla', la situación sería insostenible. No es a nivel autoritario, es que te ganas el respeto.
RT: Desde la crisis económica, se ha fomentado el modelo de emprendimiento frente al desempleo, ¿es fácil ser emprendedor?
M.C.: No, no es fácil, y es muy cansado porque hasta el segundo año de media un emprendedor no genera beneficios. Para ganar 1.500 euros tienes que facturar casi el doble. Hay un coste monetario y un coste emocional brutal, pero a mí me ha compensado porque me ha permitido hacer la vida que yo quiero. Ayer trabajé hasta muy tarde pero esta mañana me he levantado y me he ido con mi pareja a desayunar antes de la primera conferencia. Me da mucha flexibilidad a la hora de poder trabajar como quiero, donde quiero y con quien quiero. Pero tienes que conocerte muy bien, no todo el mundo puede emprender ni debe hacerlo. Si lo sientes está bien, y si no es así, es mejor que encuentres tu espacio.
RT: ¿Cómo definirías el éxito profesional?
M.C.: Para mí el éxito no es el dinero ni es salir en prensa. Para mí el éxito es ayudar a la gente con esas fortalezas y esos dones que yo tengo. Es fomentar lo que se nos da bien. Para mí no es dinero ni es visibilidad. Es un equilibrio entre realización y poder vivir de ello.
RT: ¿Y el fracaso?
M.C.: Para mí el fracaso es un máster. En EE.UU. si pones en el currículum que la has 'pifiado' tienes más puntos, porque ya has aprendido lo que no tienes que hacer. Lo que pasa, es que en España no se valoran las 'cagadas', pero son importantísimas, porque te enseñan muchísimo.
RT: ¿Es este el denominado liderazgo femenino del que se escucha hablar últimamente?
M.C.: Sí, hay un liderazgo nuevo que integra las emociones, en el que las personas y los profesionales somos iguales, algo que es muy importante y que siempre tenemos que tener en cuenta. Aquí si veo un cambio.
RT: ¿Qué consejo le darías a un emprendedor pasando por un mal momento o a un trabajador parado?
M.C.: Que se trabajen la autoestima. Es que la autoestima lo es todo. Si no te enamoras de ti mismo, no puedes enamorar a los demás. Y si no te conoces, no puedes visibilizar el por qué te tienen que escoger a ti, ya sea como trabajador o como freelance. Y el problema es que nos han educado en base a nuestras debilidades. A mí se me daban fatal los números y todo el día estaba en clases de refuerzo. ¿Y dónde están mis fortalezas?, ¿Nadie me ayuda a descubrirlas?. Lo que hacía mal me lo decían cada día, pero lo bueno no.
RT: Supongo que eso lo harás ahora con tus trabajadores.
M.C.: Sí, claro, intento mostrarles lo que hacen bien y lo que hacen mal.
RT: ¿Te gustaría añadir algo antes de concluir?
M.C.: Sí. El jefe tiene que tener mucha humildad y abrazar la vulnerabilidad en el sentido de aceptar que es humano, que tiene 'cagadas', y que cuando le afectan a él y lo da a conocer a los demás, la relación es mucho más sana. De lo contrario, los trabajadores y los mismos jefes estarían creando unos súper héroes que generan unas expectativas que no existen. Mis trabajadores saben mis defectos y se me ven a la legua. La gracia es que aún así quieren trabajar conmigo y me quieren como soy. Yo creo que eso nos hace mucho más humanos y hace que todo fluya mejor.
María Jesús Vigo Pastur