Afganistán planea duplicar la cantidad de fuerzas especiales de su Ejército para conseguir un cambio drástico en la lucha contra los talibanes. Así, el portavoz del Ministerio de Defensa afgano, Dawlat Waziri, ha afirmado que "nuestras tropas especiales deben ser reforzadas y estar mejor equipadas" hasta lograr un cuerpo, aunque no ha ofrecido cifras concretas.
Hoy en día, las fuerzas especiales de Afganistán constan de 17.000 soldados, que son la élite de su Ejército y están involucrados en el 70 % de las operaciones ofensivas.
Un cuerpo de ejército es una unidad terrestre que dispone de entre dos y cuatro divisiones, cada una con entre 10.000 y 17.000 integrantes. De esta manera, podría tener hasta 70.000 efectivos.
Para que este país aumente sus fuerzas especiales, algunos especialistas indican que debe elevar de manera drástica el nivel de combatividad de, al menos, 15.000 militares y encontrar fondos para mantener una agrupación tan grande, un problema que demanda la participación extranjera.
El reforzamiento de los talibanes
A finales de 2016, el moviemiento islamista de los talibanes lanzó una nueva ofensiva a gran escala contra las posiciones de las Fuerzas Armadas de Afganistán. Esos radicales expulsaron a los militares de las zonas rurales de varias provincias y ya luchan por las grandes ciudades.
Este 26 de marzo, el comandante de la misión estadounidense en Afganistán, John Nicholson, indicó que el Gobierno afgano solo controla el 62 % de la población y el 57 % del territorio.
Los combates del Estado afgano contra los talibanes duran ya 15 años y han tenido resultados variados, después de que la coalición internacional liderada por Estados Unidos derrocara su régimen, que gobernó desde 1996.
En 2002, esos islamistas radicales fueron expulsados desde las grandes ciudades hasta las montañas. Sin embargo, lanzaron una fuerte campaña de propaganda que les permitió lograr el apoyo de la población local y comenzar una amplia guerrilla para 'liberar' el país.
Así, en 2003 los talibanes comenzaron a recuperar su poder y reconquistar los territorios que habían cedido en Afganistán y Pakistán. Pese a ciertos éxitos tácticos de la coalición a mediados de la primera década de este siglo, esos extremistas no fueron derrotados, sino que lograron aumentar su potencial combativo.
Entrenamiento estadounidense
Desde 2014, la situación en Afganistán es crítica: el grupo terrorista Estado Islámico se infiltró en el país, mientras que EE.UU. y sus aliados retiraron sus fuerzas militares y se centraron en el entrenamiento de militares afganos y en realizar ataques de precisión contra los extremistas.
Las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior de Afganistán asumieron todo el peso de la lucha contra los radicales.
EE.UU. entró en Afganistán en octubre de 2001, como reacción a los atentados del 11-S. En cualquier caso, aunque el Pentágono lleva casi 15 años adiestrando el Ejército afgano, no ha logrado convertirlo en una fuerza eficaz.
La creación del Ejército afgano desde cero arrancó el 2 de diciembre de 2002, gracias a un decreto del entonces presidente, Hamid Karzai. En enero de 2003, contaba con 2.000 efectivos. En septiembre de 2008, ya sumaba 70.000. Actualmente, las Fuerzas Armadas de Afganistán disponen de entre 200.000 y 300.000 soldados, según diversas estimaciones.
Como el expresidente de EE.UU., Barack Obama, se apresuró a cumplir su promesa electoral de retirar el contingente básico de Afganistán, esa circunstancia aceleró el crecimiento cuantitativo de las Fuerzas Armadas de ese país, pero no tanto las mejoras en su capacidad combativa.
Al parecer, el equipamiento del nuevo Ejército no era una de las prioridades del Pentágono: sus armas básicas son de fabricación soviética, aunque la mayoría de las fuerzas especiales sí dispone de armas estadounidenses.
La Fuerza Aérea afgana solo dispone de una veintena de aparatos de ataque—según datos del portal Global Firepower—, mientras que la mayor parte de sus aeronaves son 82 helicópteros polivalentes rusos Mi-17 y otros 11 Mi-35, con lo cual el Gobierno es incapaz de llevar a cabo una ofensiva a gran escala sin sufrir grandes bajas entre sus tropas.
Problemas clave
El director del Centro ruso de Estudios de Oriente Medio y Asia Central, Semión Bagdasárov, pone en duda que el aumento de las fuerzas especiales de Afganistán modifique la situación del país porque esas tropas "se emplean en operaciones especiales o para eliminar a ciertos líderes", pero "no aseguran un cambio radical en una guerra".
Por su parte, el jefe del Centro de Estudios del Afganistán Moderno, Omar Nessar, destaca que las fuerzas especiales son la unidad más eficaz del Ejército de Afganistán —al que "siempre salvan" de la derrota "si una u otra provincia está a punto de caer"—, con lo cual estima que es necesario incrementar su cantidad para que las tropas oficiales puedan luchar en varios frentes, sobre todo ahora que los talibanes van a lanzar una ofensiva en primavera, según advirtió.
Ambos expertos coinciden en que el problema clave del Ejército de Afganistán es su estado moral. Así, Bagdasárov subraya que "los afganos no quieren luchar contra los talibanes" porque "gozan del apoyo de una gran parte de la población" y poseen "gran experiencia" bélica.
Nessar recalca que "el Ejército y la Policía se han convertido en un atractivo laboral" debido a que en Afganistán "no hay otro método legal de ganar suficiente dinero", mientras que "los talibanes están bien preparados ideológicamente".