Capturan nuevas y misteriosas señales de radio provenientes del espacio
Un equipo de astrónomos de Australia anunció este lunes que ha logrado detectar tres nuevas señales espaciales conocidas como ráfagas rápidas de radio (FRB, por sus siglas en inglés): intensas explosiones de radio que duran apenas unos milisegundos. El descubrimiento aporta a la teoría de que estos misteriosos destellos se originan en el espacio, informa la página oficial de la Universidad de Tecnología de Swinburne.
Las observaciones de las tres FRB (FRB 160317, 160410 y 160608), realizadas durante un período de 180 días, han sido descritas en un estudio aceptado para su publicación en los 'Avisos Mensuales de la Real Sociedad Astronómica'.
Aunque dos de las tres ráfagas rápidas de radio recientemente detectadas fueron descubiertas relativamente cerca del plano galáctico, sus medidas de dispersión y desplazamientos hacia el rojo sugieren un origen extragaláctico. Sin embargo, el punto exacto de origen de estos eventos aún no se ha determinado, indica el estudio.
Más allá de nuestra galaxia
El fenómeno ha provocado gran conmoción en la comunidad científica desde que fue descubierto en 2007. El misterio de su origen, intensificado aún más por el hecho de que solo unas dos decenas de estos eventos han sido registrados, ha generado un sinfín de teorías científicas (y algunas que suenan no tan científicas), incluida la especulación ocasional de que los responsables de estas señales son extraterrestres.
Por alguna razón, las FRB nunca parecen repetirse, y como resultado, la mayoría de las teorías sobre el origen de estos pulsos misteriosos implican incidentes catastróficos que destruyen su fuente, por ejemplo, una estrella explotando en una supernova o una estrella de neutrones que se derrumba en un agujero negro.
Esto cambió en 2012, cuando la primera y única explosión repetitiva conocida por los científicos, llamada FRB 121102, fue descubierta por astrónomos del Observatorio de Arecibo en Puerto Rico. Y el pasado mes de enero, más de cuatro años más tarde, los astrónomos pudieron trazar el misterioso estallido directamente hasta su punto de origen, una galaxia enana a 3.000 millones de años luz de la Tierra.