Los matemáticos más experimentados del mundo llevan décadas intentado resolver este problema. Se trata de la conjetura de correlación gaussiana que, de forma simple, indica que si dos formas se superponen, como un rectángulo y un círculo, la probabilidad de golpear una de esas formas superpuestas con un dardo aumenta las posibilidad de golpear también a la otra.
Esta teoría que, para algunos, podría parecer de sentido común, sin embargo, ha sido imposible de demostrar matemáticamente desde que fue propuesta por primera vez, en 1950. Y así fue hasta hace tres años, aunque ha sido ahora cuando la mayor parte de la población ha descubierto la prueba definitiva gracias a un artículo publicado en 'Quant Magazine'.
Los más sorprendente de todo es que la persona que ha resuelto la conjetura de correlación gaussiana es un jubilado alemán, Thomas Royen, que en la mañana del 17 de julio de 2014, mientras se cepillaba los dientes, dio con la clave. No le hicieron falta ni largas horas de estudio ni la utilización de los métodos más especializados en geometría ni teoría de la probabilidad.
El periplo para que alguien le hiciera caso
Como Royen no sabía utilizar LaTeX, un procesador de textos que generalmente es utilizado por los matemáticos, tuvo que escribir su razonamiento en Word. Una vez finalizado, publicó su documento en el sitio web arXiv.org, una web con prepublicaciones científicas, y envió los resultados a través de un correo electrónico a Donald Richards, un estadista de la Universidad de Pensilvania que llevaba 30 años investigando el problema.
In an age where global communication is fast and easy, a long-sought mathematical proof went unrecognized for years: https://t.co/q21MCp4EENpic.twitter.com/TQkcGvPBYT— Quanta Magazine (@QuantaMagazine) 3 de abril de 2017
"Cuando lo miré supe al instante que lo había resuelto", ha explicado al citado medio el reconocido estadista, que no oculta que los resultados le sorprendieron. "Pero por otro lado, tengo que decir que cuando lo vi, también sentí un alivio", ha añadido Richards, que se alegra de que la conjetura haya sido resuelta "antes de morir".
Richards avisó a varios compañeros e incluso ayudó al jubilado alemán a redactar su razonamiento en LaTeX, para darle una apariencia más profesional. El problema fue que el resto de la comunidad matemática no le dio importancia al descubrimiento, debido a la gran cantidad de soluciones falsas y otro tipo de errores que habían visto en las últimas décadas.
A finales de 2015, se reconoce su trabajo
Sin embargo, Royen no se rinde, y en 2015 envía su planteamiento a Bo’az Klartag, del Instituto Weizmann de Ciencias y la Universidad de Tel Aviv, en Israel, acompañado de dos pruebas nuevas. Klartag leyó la primera, y tenía un error, por lo que, al igual que había sucedido anteriormente, también descartó la propuesta del alemán.
Finalmente, Royen envió su solución a 'The Far East Journal of Theoretical Statistics', una revista con sede en Allahabad, en la India. A pesar de que este medio no era muy seguido por los expertos en la materia, el jubilado alemán tuvo la suerte de que dos personas leyeran sus resultados. Se trataba del matemático polaco Rafał Latała y su estudiante Dariusz Matlak, quienes redactaron su propia versión de la prueba de Royen y la enviaron a arXiv.og, a finales de 2015.
A partir de aquí, la comunidad matemática comenzó a tener en cuenta el trabajo de Royen, que finalmente ha sido aceptado como la solución al problema. Probablemente, muchos desconocían que el jubilado alemán, a pesar de no ser un prestigioso matemático, había trabajado durante 30 años como estadista en una farmacéutica, donde se dedicaba a mejorar fórmulas que permitiesen que los datos recogidos durante los experimentos clínicos proporcionasen una mayor información.