Hace tan solo unos días, su secretario de Estado, Rex Tillerson, aseguraba en Moscú que echar a Bashar al Assad no era la prioridad de su Gobierno, y en la misma línea, la embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley ratificaba públicamente: "Uno escoge sus batallas y nuestra prioridad no radica en sentarnos y expulsar a Al Asad". Entonces, ¿сómo entender el desproporcionado ataque ordenado por Trump contra una base siria?
Lo menos importante para el magnate eran los verdaderos autores del ataque químico contra la localidad de Jan Sheijum y, mucho menos, castigar a esos culpables. Las razones de tal decisión se encuentran en la debilidad de Trump y en cómo va cediendo terreno frente a los fuerzas que le exigen posiciones más firmes respecto a Rusia y determinados conflictos como el de Siria o Irán.
Con esta operación militar, el magnate-presidente le hizo un guiño a los sectores ultraconservadores del Partido Republicano, que se niegan a que Estados Unidos pierda su 'liderazgo mundial'. Le ofreció 'una caricia' a sus aliados de Oriente Medio, a las monarquías del Golfo que desde hacía rato exigían una mayor implicación de Washington en el tema sirio, le tiró un beso a esa Europa que Obama comprometió en sus planes de cambio de regímenes en el mundo árabe y, de paso, no menos importante, le calla la boca a quienes lo vinculan con Rusia. Ahora, tras provocar al Kremlin, ¿qué podrán decir?
Muchos analistas lo advirtieron cuando Donald Trump ganó las elecciones y se sentó en la silla de la Oficina Oval: será un presidente como los anteriores, una cosa es el discurso y otra muy diferente la práctica política. Ya el 'establishment' le puso la camisa de fuerza al mandatario y él actúa como tal, consecuente con su cargo, no con sus promesas.
El bombardeo contra la base siria está lejos de ser una muestra de fortaleza, siendo, en esencia, una muestra de debilidad frente a otros poderes.
Lo que, al parecer, no calcula Trump ni sus asesores, son los efectos negativos de sus actos a corto, medio y largo plazo. Generar incertidumbre y no ser fiel a las promesas y principios nunca han sido buenas cartas de presentación en el ámbito diplomático y de las relaciones políticas internacionales. Esa actitud te aleja, te distancia y te empuja a no tener alianzas sólidas.
Si Trump cree que ahora se librará de cuestionamientos y ataques internos está muy equivocado, pues mostró debilidad y ahora esos que aplauden eufóricos sus bombardeos comenzarán a exigirle más hasta verlo hecho una marioneta.
Oliver Zamora Oria