Un total de 59 misiles Tomahawk fueron lanzados desde dos buques de guerra estadounidenses en el mar Mediterráneo la madrugada de este viernes hacia la base aérea Shayrat, en la provincia de Homs, al oeste de Siria.
Una combinación de características nuevas y tecnologías tradicionales
Los misiles de largo alcance Tomahawk fueron utilizados por el Ejército estadounidense por primera vez durante la operación Tormenta del Desierto en 1991, según un análisis publicado por LiveScience. Desde entonces, han estado presentes en numerosos conflictos armados, como el de Libia en 2011.
Estos misiles tienen 5,6 metros de largo y pueden llevar una carga aproximada de 450 kilogramos de explosivos. A pesar de que su velocidad de vuelo no es la más óptima —unos 880 kilómetros por hora—, su alcance constituye su mayor ventaja —hasta 2.500 kilómetros— ya que permite cubrir un considerable rango hasta alcanzar su objetivo final.
Asimismo, estos misiles cuentan con un sofisticado sistema de navegación que combina una tecnología de reconocimiento digital y su Sistema de Posicionamiento Global (GPS). Ambos regulan la trayectoria a partir de una comparación de las imágenes captadas antes de la misión (durante el proceso de planificación) con las imágenes fotografiadas durante el vuelo.
Estas herramientas envían la información al sistema interno de navegación, compuesto por una serie de sensores, acelerómetros y giroscopios, que modifican la trayectoria del misil y permiten incrementar la precisión del sistema. Además, posee un procedimiento continuo de notificación de su posición al centro de mando, que permite a los operadores corregir la trayectoria en tiempo real. El conjunto de instrumentos de navegación del Tomahawk le permite volar muy cerca del suelo y hace muy difícil su detección por los sistemas antimisiles tradicionales.
Por todas sus capacidades descritas, la Armada estadounidense adquirió en 2016 un total de 214 de estos misiles a un costo aproximado de 650.000 dólares cada uno.